Capítulo 1

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Realmente no había incomodidad mayor que estar sentado a la mesa en completo silencio con un desconocido que desde el primer momento te había caído mal. 

Ni siquiera tenía hambre, pero tenía qué ser civilizado ante todo. Alternando miradas entre su madre y el hombre que ocupaba la silla frente suyo, quien se llenaba la boca de arroz sin reparo alguno. ¿Es que era tonto o se hacía? 


Era tonto. Porque pensaba que podía venir así nada más a su casa y sentarse a la mesa a llenarse la panza, tomando bocados de arroz y del salmón ahumado que se había pasado la tarde entera su madre cocinando. Para ése.

Su novio.


No había pasado demasiado tiempo para que notara que su madre andaba demasiado feliz por la vida. Y no era que eso le molestara, por el contrario, eso lo había hecho inmensamente feliz a él también, hasta que se enteró de la razón detrás de aquello: tenía un nuevo novio. 
La noticia le había hecho doler la cabeza y sabía que su dolor de cabeza no acabaría sino hasta que esa relación acabara también. 

Su madre tenía un talento nato para salir con idiotas. Uno tras otro los había visto desfilar durante los años, el siguiente peor que el anterior, parecía ser que no existía un solo hombre decente que su madre pudiera conocer... y es que era una mezcla entre ser ella demasiado inocente para ser una adulta, y el hecho de que entregara su corazón en bandeja de oro sin ningún remordimiento, lanzándose sin paracaídas directo a la depresión cuando las relaciones fallaban a los pocos meses. 


Sabía perfectamente que esta no iba a ser la excepción, así que tenía la guardia en alto y no la iba a bajar. Ése hombre tenía qué irse y tenía qué hacerlo pronto, cuanto antes mejor, y si no quería hacerlo por su propio pie, él iba a ayudarlo. 



—Takanori, cariño, ¿no piensas comer? — Preguntó su madre mirándolo con curiosidad, sacándolo de sus pensamientos.

—Ah, lo siento mamá, todavía estoy lleno del almuerzo — Respondió el chico, respirando profundamente — Además tengo tarea infinita, debería estar ya haciéndola — agregó levantándose de su asiento con cuidado — Disculpen mis modales, disfruten el resto de la comida ustedes. Un placer conocerte, Yuu — 

Takanori hizo una reverencia luego de haber acomodado la silla perfectamente de vuelta en su lugar y marchó hacia su habitación, por fin quitando aquella fachada de amabilidad que no tenía ninguna intención de mantener por demasiado tiempo con aquel intruso. 


No entendía cuál era el afán de relacionarse con alguien que se notaba a cien millones de kilómetros de distancia que era un baboso que iba a romperle el corazón. 
Se tiró en la cama de espaldas y contempló el techo, necesitaba idear un plan, y él era bueno para los planes. 

Takanori era lo que muchas personas identificarían como alguien manipulador, pero eso no necesariamente era malo. Al menos para él, ese era un cumplido como cualquier otro, como decirle a alguien que es eficaz, inteligente y calculador. ¿Que si quizás era demasiado joven para ser de ese modo? A sus quince años no entendía cuál era el problema. ¿Utilizaba aquello para su favor? Sí, honestamente sí. Con su madre, en la escuela, con sus amigos.  Y no por eso significaba que no quería a esas personas, simplemente, si él quería que algo se hiciera de determinado modo iba a intentar hasta lo imposible porque fuera así.

Tampoco es que fuera tan profundo. ¿Su mamá quería pintar las paredes de color amarillo? Él pensaba que el azul se veía mejor, así que eventualmente con un poco de su poder de convencimiento, iba a lograr que fueran azules. 

Amor Egoísta [the GazettE]Where stories live. Discover now