Corazón Encantado, parte 1 (Aladdín x Lectora)

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El sol quemaba. Estaba tan fuerte, que el intenso calor de la arena, se colaba por las sandalias y apresaba los pies. Por esa razón, la gente de la ciudad de Agrabah, se apresuraba a hacer sus intercambios en el bazar. Es decir, tampoco es que tuvieran hogares tan frescos que pudieran relajarlos, una vez dentro. Pero, cualquier cosa, era mejor que estar parados bajo la luz de la inmensa esfera hirviente.

Entre la multitud, un muchacho de gran sonrisa, se estaba paseando. En el hombro, cargaba un simpático monito y ambos, parecían observar cada movimiento de las personas.

Muchas mujeres le echaban miradas coquetas a este joven; mientras él, arqueaba sus labios en un gesto de simpatía, lo que provocaba la repentina aparición de dos adorables hoyuelos. Sin embargo, se le notaba nervioso, porque no le gustaba ser blanco de algún enamoramiento, o porque lo descubrirían con las manos en la masa. Pues era sabido por todos, que este chico, de nombre Aladdín, era un ladrón.

Aladdín decidió apartarse un poco del gentío, lo que fue de mucha ayuda, ya que, una figura femenina de gran porte, se aproximaba distraída. Vestía un traje muy lujoso de color violeta, y un peinado bastante complejo. Sobre su pecho, recaía una gema azul, alhaja de un largo collar dorado. Finalmente, un velo casi transparente (a juego con sus vestiduras), envolvía parte de su cabello y hombros. La chica aparentaba ser de su edad, quizás un año menos.

Al verla tan exuberante, supuso que, obviamente, tenía una excelente posición económica. Ella se había detenido a mirar unas naranjas, en un puesto que no tenía tantos clientes.

Él se encaminó a la doncella con la discreción que lo caracterizaba, a la vez que su compañero animal, suavemente, le quitaba el collar. Cuando lograron su cometido, siguieron su camino. Ella, por su parte, ni siquiera lo notó... o eso creían.

-¡Disculpa!- Le gritó ella, una vez apartados de la gran multitud de gente. La joven de morado, había seguido a Aladdín y a su mono, llamado Abú. Claro, sin que se diesen cuenta.

-¿Eh?- Dijo, volteando. Al reparar en que era la chica a la que le había robado, se tensó de inmediato.

-Creo que tienes algo que es mío.

Silencio.

-¿Me oíste?- Volvió a insistir. -Por favor, devuélveme mi collar.

Más silencio.

-Mira- siguió -te prometo que no voy a delatarte. Solamente quiero que me lo devuelvas; es importante para mí.

-Lo lamento... no tengo nada.

-¿En serio?- Se burló, enseñando la joya en su propia mano. ¿Cómo la había conseguido? Era imposible. Nunca se le había acercado. Igual de sorprendido, él palpó su ropa, para asegurarse de que, efectivamente, era el collar que había robado.

-¿Cómo...?

-¿Crees que importa?- Interrumpió.

Muy apenado, bajó la mirada y soltó un "Perdóname".

-Está bien.- Aceptó ella, muy comprensiva y amorosa. -De igual forma, jamás habrías logrado quitármelo. Anda.- Aladdín, la miró extrañado, por su actitud, adornada con una cálida sonrisa. -¡Vamos! Puedes irte. Te dije que no diría nada.

-¿Por qué haces esto?

-¿Por qué no corres? Te he visto muchas veces. Eres ágil, veloz. Con razón nunca te detuvieron.

"Es cierto", pensó él. Normalmente, ya habría huído por los techos, o algo por el estilo.

-Escucha- habló la joven -no está bien que robes; supongo que lo sabes. Pero, aunque te cueste creerlo, te entiendo.

-Wow...- hizo una mueca.

-¡Ay, no!- Se apresuró a decir. -Jamás lo he hecho. Es que... bueno, alguien muy cercano a mí, lo hizo en sus orígenes. Lo mío, no es juzgar a la gente, sino ayudarla.

-Nunca me habían dicho algo parecido.

-Lo sé, "rata callejera".- Dijo burlona.
La misteriosa mujer,empezaba a cautivarlo. No sólo por su atractivo; ella era diferente a los demás. Demasiado, diría él.

Abú, que parecía comprender el comentario, echó una risa chillona. Característica de un chimpancé.

-Y sí- prosiguió. -conozco a todos y cada uno de los habitantes de Agrabah.

"¡Claro!", resolvió en su mente. Ella debía ser la princesa. La ropa, las joyas, su apariencia y modales... ¿cómo no lo había notado antes?

-Tú eres la princesa...

Antes de que ella dijera nada, unos guardias del palacio, se le acercaron. Le habían susurrado algo, a lo que ella, solamente, asintió con la cabeza.

-Debo irme. Adiós, Aladdín.

Y, guiñando un ojo, se despidió de él, escoltada por los hombres de la realeza. Ya no le sorprendía el conocimiento de su nombre.

Simplemente suspiró. Si algo le había provocado aquella chica, debía ignorarlo por completo. Si era la princesa...

                       era inalcanzable.

Aladdin (2019) || One-Shots || ¡Pedidos abiertos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora