Esa misma noche, a cientos de kilómetros de allí, más específicamente en Grimmauld Place, más de una decena de magos y brujas terminaban de cenar. Con un simple movimiento de varita de Molly Weasley, los cubiertos y la vajilla comenzaron a recogerse y a lavarse y la cocina comenzó a ordenarse y a limpiarse mientras los comensales charlaban animadamente. Ultimamente, siempre algunos miembros de la Orden se quedaban a cenar con los Weasleys y con Hermione (quien, luego de estar una semana en Francia con sus padres, había regresado al país y, tan sólo dos días después, fue escoltada por Tonks, Mundungus y Ojoloco a la antigua casa Black).
-Profesor Lupin -lo llamó la estudiante-, ¿sabe algo de Harry?
En ese momento, el resto de las conversaciones se interrumpieron. Todos estaban preocupados por el jóven Potter, sólo que evitaban hablar del tema. Una sombra de tristeza y pesadumbre cruzó el rostro del licántropo quien negó con la cabeza.
-No. La única carta que me respondió fue la que le envié la primer semana luego de comenzadas las vacaciones. Fue muy escueto y solamente me dijo que estaba bien y que no debía preocuparme; que ya había aprendido la lección y no jugaría más a ser el héroe del mundo mágico -añadió luego, su voz era casi tan imperceptible como un susurro.
-Nosotros tampoco hemos sabido de él en estas últimas dos semanas -contestó Ron.
-¿No ha respondido sus cartas? -preguntó preocupado Kingleys.
-No. Sabemos que las recibe porque las lechuzas regresan sanas y sin las cartas, pero, luego de la primera semana, no volvió a respondernos. ¿Ustedes no lo han visto mientras lo vigilaban? -Hermione presentía que algo estaba mal, su amigo nunca se había comportado así y, por más dolor que sintiese, no le gustaba preocupar a las personas que velaban por él y por su seguridad.
Los adultos se miraron entre ellos esperando que alguno contara que lo había visto, que a pesar de lo que había ocurrido con Sirius, el joven estaba bien, que había preguntado hasta el cansancio por sus amigos, por los planes de Voldemort y por su traslado a Grimmauld Place. Pero nadie dijo nada. La verdad es que Harry no había dado ninguna señal de vida y eso les preocupaba demasiado.
Decidieron que en la reunión del día siguiente hablarían del tema con Dumbledore y Ron y Hermione acordaron esperar a la noche siguiente para ver cuál era la decisión que tomaba el director de la escuela.
El día siguiente amaneció con nubes y pequeños chaparrones aislados se mimetizaban con el ánimo de todos en Grimmauld Place. Las horas pasaron sin contratiempo alguno y, cuando se dieron cuenta, todos los miembros de la Orden que participarían en la reunión que estaba a punto de empezar se encontraban allí. No bastó más que una mirada de la Señora Weasley para que sus dos hijos menores fueran al piso de arriba acompañados de la castaña.
Después de lo que pareció una eternidad, la madre de los dos pelirrojos les avisó que la reunión ya había concluido y que ya podían bajar a cenar.
Nadie mencionaba nada. Todos los mayores estaban concentrados en los platos que tenían delante. Comían por inercia y eso les sabía mal. Además, ¿por qué había tantos magos desconocidos? ¿Dónde estaban Lupin, Kingleys, Tonks, Ojoloco?
-¿Alguien nos dirá qué está pasando con Harry? -preguntó Ginny armándose de valor, viendo que sus dos amigos no se atrevían a preguntar, probablemente previendo que nadie les daría una respuesta clara.
-La verdad, chicos, es que no lo sabemos -contestó el Sr. Weasley con una mirada sombría.
-Cuando sepamos algo, se los diremos. Mientras tanto, coman en silencio. -La Señora Weasley estaba, claramente, alterada por la situación.
ESTÁS LEYENDO
Tras la muerte de Sirius
FantasyTodo transcurre a partir del sexto libro, pero todo cambiará por ciertas decisiones que toma el pelinegro. Una nueva aventura comenzará, pero como nadie se esperaría. La mayoría de los personajes aquí presentados son creados por la maravillosa JK Ro...