CAPITULO 3

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La mañana siguiente llegó y con ella una llamada urgente a una nueva reunión de la Orden del Fenix. La noche anterior, los seis magos de la comitiva que fue a buscar a Harry a Privet Drive, habían decidido que nadie tenía por qué enterarse de lo que realmente había ocurrido. Ellos se quedarían con los pormenores y los detalles de la delicada situación de Harry y sólo revelarían la necesidad imperiosa de encontrar con urgencia un lugar en el que Harry estuviese seguro y se sintiese cómodo; de lo contrario, debería permanecer en Grimmauld Place.

Antes de abandonar la habitación donde el menor se encontraba, Remus y Tonks (que se habían quedado allí toda la noche para vigilarlo) le dieron unas gotas de la poción sedante para que siguiese durmiendo, al menos, hasta el almuerzo. Cuando salieron y cerraron la puerta tras de sí, pusieron varios encantamientos y hechizos poderosos para evitar que cualquier otro mago pudiese entrar o que Harry pudiese salir. Al llegar a la cocina, se encontraron con que todos los magos ya estaban sentados en sus respectivos lugares. El único asiento vacío, aparte del de ellos, era el de Severus Snape, de quien no sabían nada desde la salida precipitada del día anterior. Lupin y Tonks se encaminaron hacia sus lugares y procedieron a escuchar la versión de los hechos que Dumbledore estaba a punto de dar.

-Como bien sabeís todos los aquí presente, anoche, una vez concluida la reunión, Remus, Minerva, Severus, Alastor, Nympandora, Kingleys y yo nos dirigimos a la casa de Harry dispuestos a averiguar cuál era la razón por la que no respondía ninguna carta ni daba señal alguna de vida. Cuando llegamos allí, no encontramos nada extraño ni alarmante, pero decidimos que lo mejor sería hablar con el chico para despejar nuestras dudas y para pedirle que nos explicase qué le sucedía. Pero el estado de Harry no era el que esperábamos.

Todos los miembros de la Orden (excepto aquellos que conocían la verdad) comenzaron a murmurar y susurrar cosas ininteligibles.

-Albus -la preocupada voz de la Sra. Weasley se alzó por sobre el barullo-, ¿dónde está Harry?

Probablemente, esa era la pregunta que muchos de los magos se estaban haciendo dado que volvieron a guardar silencio dispuestos a escuchar lo que el lider de la Orden del Fénix tenía para decir.

-Harry se encuentra aquí, en esta casa. Espera Molly, déjame terminar de hablar. Ahora mismo está bajo los efectos de una poción sedante y no se despertará hasta... -Miró a Nympandora y a Remus, cediéndoles, silenciosamente, la palabra.

-El mediodía -completó Tonks, con la mirada baja.

-Gracias, Nympandora. Y ahora necesito de vuestra ayuda, Sres. Weasleys. De momento, no consideramos prudente que nadie, excepto los que fuimos ayer en la noche a su casa, entre en la habitación donde se encuentra Harry, muchísimo menos vuestros hijos o la señorita Granger. Probablemente se terminarán enterando que su amigo está aquí, si quieren pueden decírselos, pero, por el momento, están terminantemente prohibidas las visitas. Y no cambiaré de opinión -agregó al ver a la madre de los pelirrojos a punto de replicar.

-Está bien, Albus. Los vigilaremos pero sabes que no nos obedecerán y que harán cualquier cosa por ver a su amigo.

-Lo sé. Pero ahora hay una cuestión más importante que ayer no pudimos resolver. Tal vez a alguno de los aquí presentes se le ocurra algún otro lugar donde Harry pueda quedarse lo que resta del verano. Por el momento, esta casa es el lugar más seguro del que disponemos pero el problema es que pertenecía a su padrino y no creo que este ambiente le traiga buenos recuerdos.

Luego de más de una hora analizando diferentes alternativas, se decidió que Harry debería permanecer en la Mansión Black, le gustase o no. No había otro cuartel con tanta protección ni tenían el tiempo necesario para crearlo.

Tras la muerte de SiriusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora