Reinserción

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Mientras lo veo subir al bus, recuerdo nuestro último diálogo una y otra vez, junto al "volveremos a vernos" típico de él.

Luego de un par de días ya siento su ausencia, y las redes sociales de ninguna forma remediaban ya el lazo amistoso que tengo con Adam, quien me vino a ver al hospital. Y extraño el contacto con el mundo por muy poco que lo disfrute, mi cordura está en los suelos y las conversaciones de Yen, la enfermera, no sirven por mucho que me cuente de sus dramas amorosos.

Como de costumbre, a las tres de la tarde mi padre toca la puerta, esta vez, a diferencia de los fuertes cuatro toques que da con su pesada mano, los da con uno de sus nudillos y sólo dos veces, algo había cambiado, al fin, una novedad del mundo exterior.

*El padre de Vann entra al cuarto*

<Hola hijo mío > dice Alejandro, mi padre, un hombre alto, robusto y con una expresión notablemente seria en su cara. Estaba vestido como de oficina, formal, con su caro abrigo de color negro, su maletín color café a su mano izquierda y en la derecha un reloj dorado.

<¿Que pasa papá, como estamos?>

Luego de nuestro repetitivo diálogo y de ponernos al día con noticias y datos curiosos, mi padre da un suspiro que por alguna razón me provocó una rara sensación, como si con esa acción me dijera que algo malo estaría a punto de pasar, pues era cierto, ya que éste suspiro marcó el inicio de un anuncio.

<Hijo, empaca tus cosas, es momento de que te reintegres a nuestra casa, si necesitas ayuda en algo, Yen estará aquí y yo esperaré en el pasillo.>

Y en ese momento se quebró completamente el ventanal de vidrio que nos separó a ambos por un largo tiempo, así como si nada, rompiendo totalmente mi esquema y dejándome patas arriba, mi pulso comenzó a acelerarse y en cuestión de segundos sentía el corazón en la garganta. ¿Qué? Aún no me lo creo, pero, ¿Volver a casa? Pensé que nunca lo diría, ya me había resignado totalmente a quedarme en esta jaula.

Después de que mi padre deja la habitación, entra Yen, quien feliz se queda en el marco de la puerta.

<¡Vann son asombrosas noticias!, no perdamos tiempo, te ayudo a empacar> exclamó Yen, quien me levantó de la cama en un momento y puso las maletas en ella.

Mientras empacaba mi ropa y Yen las cosas de mi escritorio, no quise pensar en ninguna de las cosas que se me pasaba por la cabeza en ese entonces, preguntas y casos hipotéticos ni porqué se sintió todo tan crudo y sin filtro, sensaciones resultantes de una posible ansiedad del momento que terminarían dejándome un lío tremendo en la cabeza y sin poder reaccionar a la situación. Con calma Vann, con calma.

Luego de una media hora, las maletas estaban listas y no había rastro de mi estadía en el.

Al momento de dejar las maletas junto a la puerta el ambiente cambia totalmente, me di vuelta para ver una vez más a mi amiga y compañera de todo este tiempo. Su sonrisa se había borrado, de pronto, fuertemente me abraza y comienza a llorar, no me resistí, también lo hice, al salir del edificio quizás sea última vez que nos veamos y a ella se le asignará otro paciente, obligandola a continuar sin siquiera darle el tiempo de respirar ante todo esto, porque conozco muy bien a Yen y sé que al igual que yo, me extrañará, extrañará la rutina de todos los días y nuestras bromas. Esto no fue tan malo después de todo, y todo gracias a ella. Pensar que no me había dado cuenta que después de dos años forjaría una relación tan fuerte con Yen... recuerdo nuestro primer diálogo, cuando llegó tarde a la sala de pacientes y se había quemado la mano con su capuchino, recuerdo como intentó romper el hielo pidiendo disculpas por la tardanza y preguntándome con más vergüenza que la mía, cosas de mi vida y que me llevó aquí.

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2019 ⏰

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