Discutido

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Pensé que él seguía enfadado conmigo. Habíamos discutido anoche, no quería abrirme la puerta de la habitación. Estaba triste, porque sabía que él también lo estaba.

Pasó un día, le grité que si no me abría, entraría por la fuerza y así lo hice. Estaba colgando como si fuera un pendiente, con una soga en el cuello.

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