Cero

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Valentina iba en camino a la casa del amor de su vida. 

Hoy sería el día.

Había invitado a Juliana a tener una cita de último momento, su exasperada novia la esperaba en su apartamento.

Val sintió un poco de nerviosismo al pensar en lo que iba a hacer esa noche. Ella y Juliana llevaban cuatro años saliendo y, hace unos meses, había decidido que era hora de llevar su relación al siguiente nivel.

Apenas podía recordar cómo era su vida antes de conocerla. Sentía como si, de poco a poco, el mundo se hubiera llenado de color el día en que se sus caminos se cruzaron por primera vez. 

Y ahora no se imaginaba vivir un día sin ella. Su relación no era co-dependiente, claro que no, eran perfectamente capaces de pasar tiempo separadas, pero si no era absolutamente necesario, ¿por qué negarse el placer de pasar tiempo con la persona que amas?

La vista del edificio de Juliana la sacó de sus pensamientos. Cada vez se acercaba más el momento de la verdad.

Tomó su celular y llamó el número de su novia.

— ¿Hola?

— Val, ¿ya llegaste?—. Escuchó un estruendo del otro lado de la línea. —Ya voy bajando. Espérame tantito, ¿okay?

— Okay.— Respondió ella. —Te amo.

—Val

Aún cuando llevaban varios años juntas, Juliana no terminaba de acostumbrarse a ser amada tan libremente.

—¡Es la verdad! Te veo en unos minutos.— le dijo antes de colgar.

— Está bien.

Valentina se miró en el espejo retrovisor y respiró profundamente; todo iba salir bien.


******


Cuando llegaron a su lugar especial en el parque (la banca en donde se conocieron por primera vez), Valentina tomó la mano de Juliana y le dio un beso.

—¿Qué es lo que quieres hacer en un el parque a estas horas de la noche?—, Juliana le preguntó divertida.

—Quiero darte algo.

—¿Y no podías hacer eso en la comodidad de nuestra cama?—, su novia rió.

—Nope, es algo especial, y ese algo especial amerita un lugar especial.

—Okay.

—Okay.— Valentina se levantó de la banca y dio unos cuantos pasos hacia atrás—. He estado tratando de encontrar las palabras para pedirle esto por meses pero... descubrí que no hay palabras suficientes para expresar la magnitud de mis sentimientos hacia ti.

—Valentina...— Juliana la miró, incrédula y sacudió su cabeza levemente.

—Déjame terminar, por favor.— su novia asintió y se acomodó en su lugar—. Hay algo que quiero pedirte, no tienes que aceptar si no quieres, o si no estás lista. Mi intención no es presionarte, yo...

—Val, pregúntame.— Juliana había comenzado a llorar, sus ojos se encontraban llenos de lágrimas pero, tenía una sonrisa en sus labios. 

Valentina se arrodilló en frente de ella y sacó una pequeña caja de su bolsillo. 

—Juliana Valdés, amor de mi vida, ¿te casarías conmigo?

En ese momento, sintió el cuerpo de  Juliana impactar con el suyo, mandándolas a ambas al suelo. —Si, por supuesto que si, mi amor.

Val le puso el anillo de compromiso con manos firmes y luego la besó. 

Juliana se aferró a ella con fuerza, rodeando su cuello con sus brazos. 

Se separaron después de un momento y Valentina le acarició la cara suavemente. —Estamos comprometidas—, dijo sin poder creerlo aún—, vas a casarte conmigo.

—Claro que lo haré. Podemos tener una boda con miles de invitados, o sin ninguno, solo nosotras dos. — Sus ojos brillaban de felicidad.

—Estoy segura de que-

Valentina sintió un impacto en su espalda. 

Juliana la miraba con los ojos muy abiertos.

Valentina cayó al suelo.

El desgarrador grito de su amada fue lo último que escuchó.

The Deep End | JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora