El sol ya se había alzado por el este, eran las 6:30 de la mañana e iba en camino al colegio en el carro de mi madre, durante el viaje permanecíamos en silencio, a excepción de la canción que sonaba en la radio.
Lights go down
It's dark
The jungle is your head
Can't rule your heart
I'm feeling so much stronger
Than I thought
-Me gusta mucho esa canción.-
Le dije a mi mamá, inmediatamente ella la quitó pero yo la volví a poner.
-No es malo extrañar a Alessandro, madre.-
Repuse. Ella continuó en silencio, mirando con fingida atención la carretera.
La canción continuaba.
The night is full of holes
Those bullets rip the sky
Of ink with gold
-Si extrañarlo fuera un pecado, para este momento ya Dios estaría realmente disgustado conmigo.- Contestó finalmente mi madre. Se veía tan cansada, aunque fuerte y joven al mismo tiempo, se veía agotador ser madre.- Pero el saber saber que está siendo feliz con su esposa en otro país me hace permanecer tranquila, de todos modos, hablamos con el prácticamente todos los días.
Naturalmente, tenía razón. Manteníamos mucho contacto con mi hermano. Hace un año se mudó con su esposa Paola y su hijo Oliver a Londres, ésto debido al trabajo de Alessandro. Yo me alegraba cada vez que me contaba lo bien que lo pasaba por allá. El nos quiere tanto como a su esposa y su hijo, por lo que antes de irnos nos ofreció ir también a Londres. Mi mamá estaba muy emocionada, casi todo lo tenía planificado, íbamos en camino a una agencia de viajes cuando la enfermedad apareció.
-Eli-. Me llamó mi madre, sacándome de mis pensamientos.- Tienes que irte, llegarás tarde.
Después de despedirla con un beso en la mejilla, miré mi reloj y vi que tenía razón, eran las 7 menos 2 y tenía que estar a las 7 en punto en mi salón de clases. De un momento a otro ya estaba trotando, maldecía en mi cabeza que mi colegio fuera tan grande. Escuché un ruido proveniente de mis espaldas, giré mi cabeza pero el pasillo lucía totalmente vacío, estaba tan distraída que noté que ya corría. Cuando giré mi cabeza hacia el frente ya era demasiado tarde, se alzaba ante mí la puerta de una de las aulas. Incapaz de parar me estrellé contra ésta.
-Eli-. Me sonaba familiar esa voz, pero no lograba concebir de quién era.- ¡Elizabeth! ¿piensas acaso dormir toda la hora? Sé que no te gusta mucho física pero...
-Arianna- Ya había recordado que la voz provenía de mi mejor amiga.- odio física.
-¿Y por eso has decidido aventarte contra la puerta del salón?-. Soltó una carcajada. A veces celaba su belleza natural, pero al fin y al cabo, era mi mejor amiga.
-No me causa gracia-. Dije con fingida seriedad mientras ella continuaba soltando risas.- Me duele mucho la cabeza, ¿me podrías relatar qué pasó después de que retratara mi cara en la puerta?
-Feo retrato, creo que nadie lo compraría-. Le lancé una mirada obstinada.- Bueno bueno, está bien.- suspiró - Te desmayaste, el sonido fue tan fuerte que varios salones salieron a ver qué había sido. Cuando yo salí te vi tendida en el suelo, al frente de ti estaba arrodillado un muchacho, muy lindo por cierto -me guiñó el ojo para acto seguido soltar una carcajada, mientras que yo rodaba los ojos- el fue el que te trajo a la enfermería, apenas llegué me dijo que le avisara cuando despertaras y se fue.
-¿Ya le dijiste que desperté?
-Despacio, pequeño saltamontes ¿estás tan emocionada por hablar con tu héroe y abandonar a tu mejor amiga? -dijo mientras se hacía la dolida-.
-No -contesté- sólo quiero... explicaciones.
-¿Explicaciones? -replicó ella, se veía confundida. Cuando comprendió que no tenía intención de explicarle nada, dijo- está bien, iré a buscarlo.
No mucho después, tocaron la puerta de la enfermería.