Parte 1

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Una pregunta sencilla:

¿Cómo se quita el pelo de gato del traje de boda?

Entiendanme, es urgente. Si hubiera sabido que traer ese pequeño gatito color blanco suponía tanto cuidado lo habría llevado a un hogar seguro... pero lejos de mí.

La hora pasa y por mucho que cepille el traje impecable que debo usar como padrino de la boda de mi amigo HoSeok, no hay caso. ¿Cómo hizo esta pequeña bolita de pelos para dejar su rastro en todas partes? Haberlo visto cuando llegué a casa del trabajo, desde ahí sospeché que algo había hecho mi gato para ronronear tan fuerte y darme tanto mimo.

Ay, pero es una preciosidad apachuchable mi gato que inevitablemente terminé cargandolo y dándole besitos hasta que se hartó de mi y a poco estuvo de rasguñar mi hermoso rostro.

—¡Suga!—lo regañe, porque así se llama mi gato ¿lo había dicho ya? Da igual.

Malhumorado, bastante dormilón como todo gato, Suga ni se preocupó de mi grito y caminó contoneando su cuerpecito hasta la habitación donde no salió hasta que le serví su comida.

Entonces me fui al cuarto, porque quería descansar para llegar a la boda con el rostro fresco y la piel brillante. Debía comportarme, sobretodo porque estaba feliz de que al fin mi amigo se casara enamorado de la mujer de su vida.

«No creo que ame a nadie tanto como a ella» me había dicho entre tragos, durante su despedida de soltero. Esa reunión entre amigos que había terminado con una fiesta llena de gente y mujeres que danzaban complacientes a quien pagara el trago; HoSeok había reído pero se mantuvo alejado de estas bailarinas de la noche por respeto a su futura esposa. TaeHyung y yo, fue otra historia.

«Lo único que me haría comprometerme es cuidar una mascota, no lo sé, un gato» respondí aquella noche y después de eso mucho no recuerdo.

La resaca fue una tortura que me obligó a levantarme del suelo. Al parecer, regresando a casa, sin saber quién me trajo, no había alcanzado a llegar hasta mi cuarto y me desmaye junto a la puerta. Como era domingo, pude salir sin cruzarme a tantas personas y esto lo agradecí por mi terrible humor. Compré unas pastillas para el dolor de cabeza y para el estómago y volviendo a casa fue que lo encontré.

Desde un callejón húmedo, ya que había lloviznado durante la noche, un gatito blanco con manchas marrones salió corriendo y chocó con mis piernas en sus prisas por escapar de un perro. Lo tomé rápido, tan indefenso lo vi que no me importó abrazarlo contra mi pecho y llenarme de barro la playera.

La dueña del perro que saltaba mis piernas para apoderarse del minino llegó hasta donde estaba y se disculpó conmigo sinceramente. Tras ese episodio, quedamos el gato y yo. El felino tiritaba por el susto y porque estaba terriblemente sucio y eso me decidió a adoptarlo provisoriamente.

Volví a casa, lo bañe recibiendo heridas en mis brazos y torso, pero el gato, ahora blanco en su totalidad, quedó impecable. Temeroso, me observaba desde debajo del sofá: «Tranquilo, no te haré daño...» Hablé con él y sonreí por lo idiota que debía verme dialogando con el animalito. No me hice tanto problema por ello ya que funcionó para que este saliera de su escondite.

Había dado sus primeros pasitos en mi dirección, cauteloso, cuando me acuclille y estiré mi mano: «acércate, Suga, te daré comida» ofrecí y me di cuenta que ya lo había bautizado. Y así pasé a ser el amante de un gato, como había ironizado en la despedida de soltero.

—¿Dónde te has metido, pequeño travieso? —, busqué ahora a mi gato que se divertía metiéndose en lugares impensados.

Lo encontré dentro de la caja de zapatos nuevos que dejé oculta para que él no quisiera afilarse las uñas en ellos. Suspiré aliviado de ver que aún no había iniciado su maléfico plan.

El minino de SeokJin [JinSu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora