Dentro de la sociedad existe una imagen que las personas mantienen con el fin de una convivencia pacifica, me baso en mi perspectiva e intento describir como seria un mundo sin la máscara que lleva cada uno.
Las personas que conviven en la sociedad pertenecen a un grupo social o varios, sea estudio, trabajo, familiar, religiosos, etc. Desde que nacemos ya permanecemos a un grupo, la familia es el primero en donde aprendemos las normas de convivencia. Estas llamadas normas no están escritas, la moral que lleva cada familia nos enseña sobre lo que debemos hacer y lo que no. Aquí es donde comenzamos a formar nuestra personalidad, los instintos comienzan a pasar a segundo plano y nos volvemos cada vez más racionales.
Luego de que aprendes a como convivir con tu familia llega la hora de salir al mundo exterior, allí es cuando te das cuenta de que los demás no actúan de la misma forma que tú. Por qué si te enseñaron a que no debes golpear a las personas te encuentras a personas innecesariamente agresivas a la vuelta de la esquina. Cada grupo familiar con una moral distinta y la influencia que recibe de los otros grupos sociales generan un gran cambio en esta convivencia. Esta forma tan irregular de interacción entre personas aun así tiene un equilibrio, las leyes escritas por el gobierno que intentan mantener el orden seria la tercer parte mediadora entre tanta discrepancia.
Volviendo al tema de la formación de nuestra personalidad pienso que podríamos usar una metáfora para no hacerlo tan aburrido, imaginen una máscara.
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La máscara es lo que las personas ven cuando están interactuando uno con el otro, serian la forma en la que quieres que la otra persona te vea. Es distinta para cada persona, mientras más gruesa más lejos estás de conocer su verdadera personalidad. Entonces está lo que eres y lo que muestras hacia el exterior. No significa que seas una persona falsa por actuar de esa manera, es normal tener que cambiar para adaptarte a los distintos grupos. Siempre habrá alguien que esté en desacuerdo contigo, por eso todos llevan esta máscara de convivencia, el grosor de la misma cambia según la confianza que se tengan unos a otros pero siempre habrá una que nos separa de nuestros instintos y forma la identidad. Haré un ejemplo, un joven se comporta como un buen hermano y un buen hijo en su casa, cuando va al colegio se comporta como un salvaje con sus amigos y hace que los profesores lo reten todo el tiempo, luego más tarde cuando regresa en un transporte público se comporta civilizadamente. En su casa usa una máscara para llevarse bien con su familia, en el colegio otra más gruesa para impresionar a sus amigos con boberias y en el transporte una para engañar a todo el que lo esté observando en el momento. Desde muy joven aprende a adaptarse, su verdadero yo seria el de un joven que quiere agradarle a las personas que quiere.
Existen varias personalidades y debemos convivir con ellas por el bien común, personas que soportamos en el trabajo o estudio no soportaríamos en nuestra casa. Las morales cambian, las personas aprenden, nunca sabemos cuando terminamos de conocer a una persona. Debajo de todas esas máscaras que llevamos de convivencia se encuentra nuestra identidad