Side A. Track 3: All These Things That I've Done

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Parpadeó tratando de acostumbrar los ojos a la luz, percibiendo poco a poco como los recuerdos regresaban a su cabeza. Tardó algunos segundos en reaccionar, pero cuando lo hizo, la velocidad de sus movimientos casi le provocan una lesión. Se sentó tan rápidamente en esa pequeña cama que una punzada recorrió toda su musculatura, lo que no evitó que con desesperación afirmara entre sus dedos la sábana para cubrirse, aunque la camiseta negra que le había prestado Malfoy ya hacía el trabajo a la perfección.

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Pero para su sorpresa, estaba sola en el colchón.

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El dueño de casa se encontraba de pie frente a ella, terminando un café apoyado en la pared, observándola fijamente en un examen que la hizo sentir desnuda y nerviosa. Él llevaba una camiseta gris y el cabello mojado, cayendo por sus hombros despreocupadamente. Al parecer, acababa de ducharse, pero lo que la alarmó fueron sus ojos, que brillaban de una forma extraña y misteriosa.

–¿Qué miras? –le ladró más brusca de lo que pretendía, arrimando aún más las sábanas a su cuerpo.

–¿Acaso no puedo hacerlo?

–Malfoy...

Él rodó los ojos con hastío y caminó lentamente hasta ella, que no tardó en tratar de incrustarse en el respaldo. Hermione contuvo la respiración al verlo sentarse en la orilla de la cama con una lentitud que parecía planificada, mientras pequeñas gotas de agua corrían por su pelo, dejando marcas en su ropa, dándole una apariencia algo agreste, impropia para alguien de su abolengo.

Hermione no tuvo miedo, pues algo dentro de ella le susurraba que él era inofensivo. Sin embargo, su cercanía le provocaba una inesperada sensación de vulnerabilidad y desconcierto, ya que sentía que, a pesar de conocerlo, en realidad no lo conocía en lo absoluto. Su rostro, en otra época altanero y arrogante, en ese instante sólo demostraba una expresión lejana y enigmática.

¿Quién diablos eres? ¿Qué te hizo cambiar así? Se preguntó ella, y podría haber jurado que Malfoy leyó la pregunta pero decidió ignorarla.

–Te miraba porque pensaba que me equivoqué –esbozó él entonces, sin quitarle la atención de encima–. Si me provocas algo, Granger.

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Él dejó la frase en el aire.

Y ella sintió que palidecía, reproduciendo mil y una novelas en su cabeza...

... hasta que él decidió continuar.

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–Sueño –completó, descolocándola por completo.

Un ataque de tos inesperado atrapó su garganta, y Hermione quería que se la tragara la tierra por haberse imaginado otros cuentos. Unos muy injustificados que no debían aparecer en su mente insolente.

–¿Qué? –soltó cuando pudo respirar nuevamente.

Malfoy se tomó su tiempo para responder, bebiendo un largo sorbo de su taza, mientras ella lo miraba atenta, en parte intrigada y en parte indignada.

–Por algún extraño motivo –continuó él, como si hablase para sí mismo–, descansé profundamente como hace tiempo no lo lograba. Al parecer, eres soporífera y me aburres hasta la inconsciencia. Me desplomé como un lirón.

–Como un hurón querrás decir –lo picó ella, tratando de salvar la poca dignidad que le quedaba luego de su comentario.

Los orbes de su acompañante brillaron con cierta complicidad.

Decálogo de un muertoWhere stories live. Discover now