Uy... la puerta hace mucho ruido, Mitram, deberías echarle un vistazo después. - Dijo Wiz con mirada de pez.- Por supuesto, pero antes me encantaría que vieras tu nueva habitación, la he estado retocando para que sea perfecta en tu llegada. - Declaró Mitram con una enorme sonrisa de bobo. - Una cosa más, este espejo, es feísimo, deberías venderlo, seguro que dan mucho dinero por antiguallas como esa. - Dijo Wiz con miedo infundado, como si se arrepintiera de lo que acababa de decir.
Unos segundos después de darse cuenta de que la puerta no era lo único que chirriaba, si no que las escaleras también compartían esa característica, llegaron a la que sería la habitación de Wiz. Wiz era la sobrina de Mitram, menor de edad e hija de unos padres irresponsables, claro, que ninguno de los dos se atrevería a decir esto último, por cariño, respeto o temor a su recuerdo, sombra de malos hábitos.
La habitación no parecía obra de actualidad, como arte era de lo más clásico en cuanto a ideales de belleza, predominaba el estilo romántico. No escaseaban los muebles ni la ornamentación. Era impresionismo materializado en color y luz.
- Es geométricamente aceptable - Dijo Wiz mientras abrazaba fuertemente a Mitram como si fuera el último cuerpo material de la existencia. - Espero que estés bien aquí, si necesitas cualquier cosa puedes avisarme, no tengas miedo. -
Wiz se quedó sola en la habitación y abrió la maleta. Su combinación de números era de lo más simple "111". Aún así daba igual como si importara económicamente el capital del equipaje de una infante como ella. Se paró a oler lentamente el interior de la maleta, un par de lágrimas saladas cayeron sobre esta. La respiración de Wiz se aceleró de un momento a otro, se dió la vuelta únicamente para golpearse la cabeza contra el colchón, cada vez más fuerte, cada vez más rápido.
- ¡Es tu culpa! - Exclamó efusivamente sin apuntar ni mirar a ninguna parte en especial. Los mocos salían de su nariz como un par de cascadas. Intentó secarse la cara con una sábana y empezó a vestirse para asistir a clase en su nuevo instituto.
Su ropa era simple, poco llamativa y sosa, la verdad. Agarró el pomo de bronce de la puerta, estaba caliente, será por la luz del sol que pasaba por la ventana hasta que unos minutos antes la cerró.
Pasó por las escaleras, su habitación era la única de toda la planta de arriba. -¡Tío Mitram, ahora que lo pienso, ¿dónde duermes tú?! - Exclamó Wiz mientras bajaba las escaleras. - Yo duermo normalmente en el sofá cama, me gusta el calor de la chimenea por las noches. Las únicas noches en las que no duermo ahí son en las que recuerdo que puedo caerme por accidente mientras duermo. Por cierto, ¿puedo dormir contigo esta noche?, es broma.
- Bueno, adiós Mitram, vuelvo más tarde. - Dijo despidiéndose. - Pásalo bien en el instituto. - Dijo Mitram amablemente.
Wiz salió de la casa no sin antes fijarse en que el espejo de la entrada estaba roto. Con los fragmentos hacia delante. La calle era muy colorida, fachadas chillonas, semáforos con placas solares, y, como en toda ciudad, graffitis.
El instituto solo estaba a dos manzanas de la casa, unas de las pocas cosas que se podían ver durante el trayecto eran un callejón con la caja de un microondas. Tenía una sonrisa dibujada, era simple, si lo hubiera hecho un "artista" sería un clásico atemporal.
La otra cosa era un bar de estética medieval, al parecer, en ese momento los únicos clientes eran un par de ancianos. Parecían divertirse, a pesar de ser los únicos allí.
Había una chica en la puerta del instituto, era igualita a Wiz. Wiz la saludó. - Hey, ¿quién eres? - Yo soy Wiz - Respondió la chica. - Ahora en serio. - Soltó Wiz como respuesta. - Si quieres mira mi carné de estudiante. - Dijo la otra mientras se lo mostraba con la mano derecha. - ¿Qué está pasando? - Dijo Wiz. - No entiendo tu pregunta. - Respondió la chica.
