Llega corriendo al cuarto, escondiendo sus manos detrás de la espalda, mantiene una sorpresa.
—¡Amor!
El aludido gira el rostro, quitando la vista de su tableta portátil y poniéndola en su esposo.
—¿Qué quieres, Erick? —la hostilidad en sus palabras no pasa por alto, sin embargo, el ojiverde decide no hacer caso a aquello.
Sus manos rápidamente se extienden hacia adelante, dejando a relucir su nuevo regalo.
De él para sí mismo.
—¡Una más para la colección, cariño!
Sus ojitos siguen manteniendo el mismo brillo desde la primera taza que compró.
Una con forma de conejo.
El mayor, por un par de años, resopla con molestia, deja el aparato en la mesa y arrastra la silla para ponerse de pie.
Erick tiene la vista fija en su taza, acariciando los bordes como si de un bebé se tratase.
El sujeto camina hasta quedar frente a su pareja, mantiene la calma para no estrellar el objeto contra la cabeza de Colón.
—Escucha, Erick, si te doy dinero es para que lo gastes en cosas necesarias, no en estúpidos artículos que jamás usas. ¿Entiendes eso siquiera?
Su cuerpo comienza a temblar.
—P-pero —lágrimas se acumulan en sus ojos—, a mí me gustan.
—Pues yo odio con toda el alma que traigas cada vez tazas inservibles a mi casa, lo único que haces es dejarlas en las cajas. ¡Ni siquiera las usas, maldición!
—Me gusta coleccionarlas —susurra bajito, limpiando la primera gota que sale sin su permiso.
—¡Y me importa una mierda! —explota, una vez más— ¡Deja de comprar esas porquerías de una jodida vez, gastas el dinero en cosas inútiles, como tú!
Su boca se abre y cierra ante sus crueles palabras.
Su corazón duele, al igual que su cabeza.
Una puerta se abre abruptamente, es la última del pasillo. De aquel cuarto sale una enfadada jovencita, echando humo por las orejas al oír que sus padres están discutiendo, más bien que uno de ellos está gritando.
—¿Puedes dejar de decir estupideces, papá? —pregunta con molestia—. Si a papá Erick le gustan las tazas solamente para coleccionar, deberías apoyarlo en su decisión, no estar gritando como un maniático.
Mueve sus brazos de manera exagerada mientras habla.
Erick se limita a observar la escena. Es la primera vez que Estefanía interviene en sus peleas, bueno, la primera vez que ella escucha una. La Universidad no permite que esté mucho tiempo en casa.
—¡No voy a permitir que me levantes la voz, muchachita! —aclama su padre, acusando con un dedo, su rostro está sumamente rojo por el enfado.
Ella está igual, o peor.
—¡Y yo no voy a permitir que le vuelvas a hablar así!
El azabache jadea, llevando sus manos hacia su rostro, soltando la taza que había comprado hace unos minutos.
El ruido de la taza hecha añicos es ignorado por todos.
Mira incrédulo a su esposo, quien respira de una forma errática. Poco a poco va cobrando la lucidez, y se da cuenta que ha golpeado a su hija.
Colón se apresura en tomarla por los hombros, está muy seguro que va a seguir reclamando a su padre, pero no quiere que salga lastimada, por segunda vez.
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Coleccionista || Joerick
FanfictionA él le gustan las cosas fuera de lo normal, según su esposo.