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Bebí un largo trago de café mientras escucha las infinitas críticas de Koichi en mi, no sé si sentirme incómodo o quizás extraño porque estamos en mi casa y nadie nos puede ver ni escuchar. Él me da ejemplo a su madre, a Yukako, falta hasta su perro que no hace nada en el día más que ser un holgazán.
Escuché por las malas, amenazó con que escuche a la fuerza, eso o su Stand en mi espalda, en sentido de su habilidad y quedar con un dolor de espalda contra el piso. No se queja, solo decía las cosas cómo serán bajo un punto de vista crítico y que de cómo terminarán con un «te lo dije» de su parte.

–Sabes que me preocupas y te estás arriesgando mucho con esto que tienes en la mente –dice aún más preocupado.

Suspiré, terminé el café, crucé mis piernas, una sobre la otra, y lo miré a los ojos dejando la tasa en el plato. Es el último fin de semana de enero, nos habíamos juntado con tal de hablar y tener un respaldo, sabe que yo no quiero llegar a que se me declare, solo llegar a un limitado número de citas y que se aburra de mi, intento ser honesto y a la vez no tanto, solo mostrar un lado y para otras cosas actuar, ser irritante, que vea que no soy su tipo.
Siento como si fuera un niño regañado por sus padres, se comporta tan objetivo, solo falta que diga que me llevará a la deshonra, todo por fingir ser gay. Es tan tenso el ambiente que ni mis ideas fluyen como antes, solo tengo frente a mi un amigo que está realmente preocupado por lo que hago pero que no comprende del todo el por qué lo hago.

–Me vas a odiar.

–¿Por qué? –pregunté.

Soltó un largo suspiro, echó su cabeza hacia atrás, acomodó su cabello y volvió a mirarme, abrió la boca por un segundo, me desesperó al ver que no emitiera ni un sonido, ni una letra, solo volvió a cerrar la boca. Carraspea y espero sus respuestas concretas.
Algo que me hace cuestionar es que me está apoyando a mí y no fue a decirle a Josuke que planeo alejarlo de mi, y si me pide ser su novio ya no sabré qué hacer, significa que he sido pésimo en mi plan y tendré que iniciar bien en la relación para luego ser más complicado. Esto es un desastre, estoy siendo siendo un desastre.
Esta vez carraspeé para que hable, fruncí el ceño, detesto que me hagan esperar tanto, no ha pasado ni un minuto y lo segundos se sienten como horas. La espera es desesperante.

–Creo que te va a terminar gustando, Rohan.

–Koichi –solté una risa por su hilarante comentario–, eso nunca va a suceder.

No rió, no se mostró emotivo, solo me miró serio, descontento, no tenía ni la menor idea de qué parte de su preocupación me causa tanta gracia.

–Rohan, puede suceder –insiste–, y si no abres los ojos ahora, caerás con él, lo buscarás, y cuando se dé cuenta por otra persona ya será demasiado tarde para ti. Llorarás días y noches por él y anhelarás con toda tu alma a tener esos ojos de cachorro, del que tanto te quejas, en ti otra vez.

Apoyo mis brazos en la mesa, dejé de reír al momento en que dijo mi nombre con seriedad y preocupación, por parte lo entendí pero hay algo que él tiene que entender. Miro la hora, aún no es tan tarde, dentro de poco tengo que continuar con mi trabajo y él debe volver a su casa antes que oscurezca por completo en Morioh.

–Las próximas vacaciones vendrá Jotaro, si él sospecha algo de ti, estarás muerto. Y tranquilo que allí estaré para consolarte.

Desde lo que sucedió con Cheap Trick está muy atento a lo que hago, lo que me sucede, nunca había experimentado algo así antes con alguien, estoy agradecido, es lo suficiente y lo único que quiero tener en mi vida, en eso estoy muy decidido pero esto es otro nivel, parece el padre que nunca tuve presente.

–Entiendo que te preocupes pero no sucederá porque lo odio, quisiera alejarlo de mi vida.

–Estuviste borracho, y diré con tus palabras, dijiste que tú terminarías de soportar esos lindos ojos de cachorro que te pone. Rohan. Él te gusta, bien en el fondo te gusta, solo admítelo, podrías decirle la verdad de todo esto y decir que en realidad te gusta.

Fruncí el ceño, me levanté bruscamente y golpeo la mesa al apoyar ambas manos, lo miré muy molesto. Él se asustó.

–¿Te atreves a criticar al gran Rohan Kishibe? –exclamé molesto.

Pensé que lo intimidaría, pero tal como yo admiro de él, es capaz de afrontar sus miedos y se levantó aún más brusco de su asiento, por un segundo pensé que me golpearía.

–Te estoy ayudando, como tu amigo y advirtiéndote como alguien que presencia el posible quiebre de amistad, me estoy arriesgando a perder a Josuke también después de esto, ¡¿y así me agradeces?!

Más que frustración, parecía apenado, quité al instante mi enfado al ver su labio tiritar, sus ojos acumular un brillo que me da a saber que lo estoy haciendo llorar. Adopté una posición de defensa a una de preocupación, lo tomé con suavidad de sus brazos, se alejó al instante, apenas pude ver que haya derramó una lágrima y ya me desesperé. Nunca pensé en que llegaría a algo así con él, y esta bien lo admito, cometí un grave error que quizás no volverá a ocurrir, no al menos con él. Me acerqué aún más y me abrazó, no supe qué hacer, si tenía que acariciarlo o darle un par de palmadas en la espalda con unas palabra de aliento. Menos supe qué hace cuando se aferró aún más a mí, arrugando mi ropa de tanto que lo agarra con desesperación, producto de la impotencia que yo provoqué en él. Sentí mi ropa húmeda, sus lágrimas eran cada vez más presentes y no supe aún qué hacer más que levantar mis brazos, solo estoy allí para él.

–Por si no sabías se llama abrazo –dice sarcástico.

Apoyó su mentón en mi pecho, me miró a los ojos mientras sus lágrimas aún se acumulan y resbalan por su mejilla, sus mejillas tienen un tenue sonrojo.

–Cuando se abraza es porque es un reencuentro, es por felicidad o para brindar apoyo. ¿Me darías tu apoyo?

Correspondí el abrazo, él fue cesando el llanto, se siente un escalofrío por mi espalda, esa sensación extraña, esa emoción de que siento su misma pena pero no puedo llorar, no tengo razones por la que deba llorar. No debo llorar, debo calmarlo sino, ya estaré fallándole aún más.

QuizásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora