BIA—¿Es enserio Manuel?—gimo frustrada. No llevamos ni media hora en la fiesta que organizo Celeste y ya cinco chicas se le han insinuado. Además, el imbécil les sigue el juego.
—Vamos Bia, sabes que solo me gustas tú.
—Claro—susurro.
Suelto mi mano que estaba entrelazada con la suya y me dirijo a la cocina, la cual está a tope. No logro ver a ninguno de los chicos.
—¡Bia!—escucho la voz de Celeste llamarme.
Me doy media vuelta y la encuentro junto a Jhon.
—¿Quieres algo para tomar?—pregunta mirando hacia la cocina.
—No, los estaba buscando. ¿No ha llegado nadie de los chicos aparte de ustedes?
—Nop—responde Jhon. — ¿Y Manuel?
Mi cara automáticamente se transforma y respondo enojada:
—No me hables de ese idiota. Ahora mismo lo último que quiero es verlo.
¿Cómo pretende que nuestra relación progrese si cada vez que salimos juntos él coquetea con cada chica que se lo pone enfrente?
—Uuuh, problemas en el paraíso. Yo mejor las dejo. Nos vemos amor—se despide con un pico de Celeste y nos deja a solas.
—¿Que pasó amiga?
—Es un imbécil.
—¿Que hizo ahora?
—Lo mismo de siempre. En cuanto llegamos a la fiesta todas las chicas se le insinuaron y él como el idiota que es les siguió el juego, y yo a su lado como si fuese su hermana. ¿Es que ya no le importo?— Siento como las lagrimas se asoman en mis ojos pero no les permito salir. No pienso sufrir por él si él tampoco sufre por mí.
—Deberías terminar de raíz todo lo que tienes con él. Si Manuel no se toma enserio lo de ustedes ¿para que vas a seguir desgastándote y sufriendo por él? No vale la pena.
Celeste tiene razón, no vale la pena. Pero ¿terminar con Manuel...?
—Lo pensaré. Gracias amiga—susurró mientras nos fundimos en un gran abrazo.
(...)
No he visto a Manuel desde que lo dejé solo apenas llegamos. No me ha buscado y yo tampoco a él. ¿Será que tenemos que terminar definitivamente todo lo que tanto nos ha costado construir?
—¡Vamos Bia!—exclama Celeste llevándome a la pista de baile.
Aunque dije que no era lo que quería, he estado deprimida y pensando constantemente en Manuel y en mi. ¿Qué debo hacer? ¿Qué es lo correcto?
Allí, lleno de gente y con Celeste, me distraigo de todo. Me dejo llevar y solo siento la música.
De repente, unas manos rodean mi cintura. ¿Quién es?
Me giro para mirar a la persona que se ha atrevido a poner sus en mi cuerpo sin mi permiso y me estremezco. Es guapo. Muy guapo. Extremadamente guapo... ¿Por qué no lo vi durante todo el tiempo que he estado en la fiesta?
—¿Quién eres?—pregunto con la voz temblorosa. Es un chico demasiado atractivo, alto, de ojos cafés llamativos y unos labios que incitan a besarlos.
—Khan Castle, ¿tú?—me sonríe y creo que me voy a desmayar. Es extremadamente hermoso.
—Bia.