Siempre, desde que era muy pequeño, me han gustado los aeropuertos.
Mis padres siempre han trabajado mucho, pasaban muchas horas en la oficina y además, viajaban continuamente. Por esta razón, los aeropuertos eran parte de nuestra rutina diaria, recuerdo venir a despedirme de ellos con alguna de las niñeras de turno o incluso ocasionalmente me llevaban con ellos.
Por aquel entonces no me daba cuenta, pero siempre me quedaba embobado mirando a las personas ir de un lado a otro, solas o en grupos, con prisa o sin prisa ¿dónde irán? ¿Habrá alguien esperándolas? ¿Dejarán a alguien atrás? Recuerdo que me preguntaba.
Dentro de mi característica tranquilidad y silencio siempre fui un niño horriblemente curioso y observador.
Pero es que aun hoy en día lo pienso ¿de cuantas historias habrán sido testigos esos enormes lugares? Quiero decir, no podemos ni llegar a imaginar todas las cosas que han ocurrido en un lugar tan común como un aeropuerto.
Miles de personas, tantas culturas e idiomas. Todas esas historias aún por contar, todas esas historias a punto de acabar.
Tanto que me gustan los aeropuertos, y nunca imaginé que un día tú y yo estaríamos aquí. Todos esos besos, promesas, recuerdos, todo acaba aquí, Koutarou.
Aun recuerdo el día ¿Fatídico? ¿Maravilloso? No sé cómo describirlo. Acabábamos de cenar, dos pizzas con extra de queso del restaurante de la esquina. Nuestro preferido. Y, mientras me acurrucabas en tus brazos, pusiste un capítulo de nuestra serie. Esa que ya nunca terminaremos. Porque sí, aunque nunca lo dijera en voz alta, interiormente siempre fue "nuestra serie". Prometimos empezarla y acabarla juntos. Pero ya nunca más estaremos juntos.
Entonces el teléfono sonó.
Tú, lo miraste, molesto. Número oculto.
Aún recuerdo cómo fue cambiando tu cara a medida que avanzaba la conversación. Creo que ni siquiera sabias cómo sentirte. Y sin embargo, antes incluso de que colgaras, antes de saber qué estaba ocurriendo, ya estaba asustado. Mejor dicho, aterrado. Porque en lo más profundo de mí ser, supe que esa noche nuestros caminos se separaban.
En aquel momento, lo único que iluminaba la habitación era la televisión con el capítulo en pausa. Colgaste, mirándome emocionado. Recuerdo perfectamente como tus ojos brillaban, incluso en la oscuridad. Aunque bueno, tus ojos siempre me han parecido sorprendentemente grandes y brillantes.
Con palabras atropelladas, me lo contaste todo. Estabas tan ilusionado. Y a pesar de todo, mientras veía tus labios moverse, en lo único en lo que podía pensar era que ahí se acababa todo. Ahí acabábamos nosotros.
Me sentí tan egoísta. Joder. Era la oferta de trabajo perfecta. Un puesto importante, en una empresa que admirabas desde hacía años y encima te permitiría continuar jugando al vóley en un buen equipo.
Supe el segundo exacto en el que la realidad caló en ti. Tú, en tu infinita y preciosa inocencia, también lo entendiste.
Esa noche reímos, lloramos y disfrutamos de nuestro amor una última vez.
De forma que, y a pesar de todo lo que nos queremos, así es como hemos acabado aquí, en el aeropuerto. Una vez más, observo a la gente a mi alrededor, los controles, los trabajadores, las personas despidiéndose, yéndose, me resulta todo tan familiar.
Pero la verdad es que estoy aterrorizado, me gustaría tanto poder parar el tiempo. No te vayas, por favor.
Porque yo, el amante de los aeropuertos, no solo conozco las zonas, a las personas, sino también las escenas. Y temo, con todo el dolor de mi corazón, ese momento en el que al pasar por el control de pasaporte mires atrás por última vez.
Ese momento de película, en el que nuestros brazos ya no pueden tocarse, en el que tu voz ya no llega clara hasta mí. Cuando nuestras miradas se crucen por última vez.
Pero esto no es una película romántica. Esto no va a tener un final cliché. Y por eso quiero ser fuerte. Por favor, quiero desearte un buen viaje, que seas feliz, que tengas una vida plena. Y quiero hacerlo sonriendo, creyendo de verdad en mis palabras. No quiero dudar. Porque sé que en el momento que me veas dudar, lo dejarás todo y te quedarás aquí conmigo.
— Te amo. — Te susurro por última vez mientras noto como me besas la frente. Son tantas cosas las que me gustaría decirte, pero temo que si hablo voy a empezar a llorar y no creo que vaya a poder parar.
Y veo como te marchas, pasas el control de aduanas y ¡ah! Ahí está. Tus ojos, una última vez.
Puede que mi corazón esté roto, pero siempre atesoraré la última vez en la que nuestros ojos se cruzaron.
Te quiero, Bokuto Koutarou.
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El aeropuerto [BokuAka]
Fanfiction[BokuAka] Cartas a Bokuto Koutarou. Bokuto Koutarou y Akaashi Keiji hace tres años que son novios. Son muy diferentes, tanto de carácter como físicamente. Sin embargo, juntos consiguen el equilibrio perfecto. Pero ese día que Akaashi siempre había t...