Suena el despertador, y aún adormilada y a oscuras, tanteo en la mesa de noche.De un manotazo revoleo ese ejemplar de Marta Lynch que aguarda ser leído y tiro la taza de té que dejé a medio tomar la noche anterior.
El despertador sigue ganándole a mi descanso hasta que de un golpe lo mando a callar.
Me siento en el borde de la cama, me estiro lo suficiente para alcanzar la cortina de la ventana y la corro un poquito.
El sol, nuevamente, se impone en la inmensidad de un día que amenaza a mi suerte y a mi tranquilidad.
Un par de brazos me toman sin previo aviso. Se escudan en mi espalda y con una voz suave y familiar me suplican por unos minutos más. Argumento, llena de frases hechas, que el deber me llama y que siempre hay tiempo para una siesta.
Me mira.
Me clava esos hermosos ojos negros cual gatito con botas y algo en mi interior comienza a ceder
Me derrito ante su mirada.
Me tiene hipnotizada. Boba. Cursi. Imposible de resistirme a cualquiera de sus pedidos.
A sus ojitos chiquitos, un poco por el sueño y otro por la genética, se le suman un intento de "pucherito" que me suplica mientras lucho con mi responsabilidad de mujer adulta e intento imponer un mandato social que me exige, y le exige, puntualidad y responsabilidad.
Siento que voy ganando la batalla.
Comienza a desarmar su lado de la cama y se reincorpora con los ojos casi cerrados y la derrota brotándole en el gesto.
Me rio.
Recuerdo todas las veces que, estando en su lugar, intenté ganarle la partida al tiempo… sin éxito.
Me escudo en su espalda, me abrazo a su cuerpo diminuto y le susurro que por hoy, podemos escaparnos de la rutina y regalarnos unos mimos en la cama.
Me sonríe.
Su boca me regala la sonrisa más tierna y genuina que he visto y su cuerpo se lanza sobre el mío en un abrazo que deseo que dure para siempre.
Soy feliz.
Soltándome del agarre, vuelvo a estirarme hasta alcanzar la cortina de la ventana. La cierro de un solo tirón. Apago el celular. Revoleo el despertador. Me meto en la cama. Nos acurrucamos una en el cuerpo de la otra y nos regalamos el hermoso placer de disfrutar de este vínculo de madre e hija, por varias horas más...