"Si no me escribo, soy una ausencia" declaraba Alejandra, hace tantísimos años atrás.
Si no me escribo, me vuelvo volátil, escurridiza... Fácil de olvidar.
Si no me escribo, temo que se me olviden las ganas de rodar en el césped, de bailar bajo la lluvia, de jugar a la rayuela en las tardes de verano.
Si no me escribo le doy la espalda a mis miedos, les esquivo la mirada, los dejo hacer conmigo lo que quieran.
Si no me escribo, mi pasado se desvanece al compás de las agujas del reloj.
Si no me plasmo sobre el papel, mis sueños futuros se me escurren entre los dedos y la meta se vuelve inalcanzable.
Soy una maraña de palabras buscando salir de este laberinto interminable en el que me convierto si no me escribo, si no me plasmo, si no me vacío de todo lo que fui y lo que busco ser.
Si no me escribo, temo que me olviden cuando ya no esté...