1.- Cuando los corazones rotos llaman a tu puerta

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Cuando empecé con este grupo, solamente éramos mi mejor amiga Marta, mi hermano mayor Jonathan y yo. Ni siquiera llegué a pensar que nos llamasen ni 3 veces al mes.

Y ahora, bueno ahora todos los días nos llama gente y somos más de 30 personas. Nuestro trabajo es simple, consolar a quienes nos llaman, hacer terapias de superación y autoestima y darles un día grandioso, para que se olviden de quien les rompió el corazón.

A veces llevamos a las personas al cine, a veces las atiborramos de helado o jugamos videojuegos, todo depende de los gustos de cada quien.

Llevamos más de un año y medio con esta organización, empezamos cuando yo tenía unos 14 años y me rompieron por primera vez el corazón. Mi mejor amiga vino a mi casa en cuanto se enteró con 4 botes de helado de chocolate, 3 bolsas de frituras e hicimos una pijamada mundial. Después encargamos disfraces por Internet y mi hermano pidió una pizza. Esas dos personitas hicieron que me olvidara de aquel gusano al que no quiero mencionar.

Al día siguiente ya no sentía aquel nudo y entonces fue cuando se me ocurrió la idea de ayudar a los que tuviesen un corazón roto y llamé a Marta. Hablamos y escribimos las ideas que se nos ocurriesen cuando llegó a mi casa, pero el problema era el presupuesto, así que mi hermano propuso invertir para un buen comienzo, y ahí comenzó todo.

Sinceramente la idea de ayudar a quien lo necesite me hace sentir verdaderamente feliz, siempre tratamos de que nuestros clientes queden muy satisfechos.

Bueno, volviendo al trabajo, la voz de Melanie me hace salir de mis pensamientos.

—Kendall, es Mayra de nuevo.

—Dile que en unos minutos voy.

Mayra es una clienta habitual. Le han roto el corazón cientas de veces. Los siete novios que ha tenido, más los crushes a los que se les ha declarado y estos la han rechazado, son parte de su lista negra.

En cuanto llego, toco la puerta de los Sánchez y y me encuentro con la señora Arcelia, la madre de Mayra.

—Hola Kendall, es un gusto verte por aquí otra vez —. Me dice con dulzura —. Mayra está en su habitación, puedes tomar galletas, están en la cocina.

—Gracias Arcelia, su hija estará mejor, no se preocupe —Le digo para relajarle.

—Lo sé, pero esta niña que no entiende como son los muchachos.

Después de platicar un poco con la señora Sánchez, subo al cuarto de Mayra a quien encuentro cómodamente sentada a lado de su cama. No veo señales de tristeza ni de que haya llorado.

—Sé lo que estás pensando, que te hice perder el tiempo al hacerte venir hasta acá, cuando aquí nadie tiene el corazón roto, pero tengo una explicación —. Dijo la chica levantando las manos en son de paz.

—¿Ah sí?, ¿Cuál? —. Demandé saber, fue lo único que pude decir.

—Pues verás, estaba pensando en que le hace falta un poco de cambios a tu vida, me entiendes, ¿no? Ya sabes, echarle más azúcar a la mezcla —. Al ver mi cara de confusión, siguió explicando —. Debes salir de la rutina, buscarte pareja, hacer algo diferente, ¿Comprendes mendes?

—Sí, pero, ¿a qué viene todo esto? Sé que tu cerebro no podría diseñar todo ese plan sin algún detonante, ¿llamaste a alguien?, ¿te enamoraste otra vez?, o peor aún, ¿intentarás hacerla de Cupido otra vez? —. Puse mi mejor cara de asustada, las ventajas de ser dramática.

—Verás, lo que pasa es que en tres semanas, mi primo vendrá a la ciudad, y no precisamente de viaje o de visita...

—¿Se quedará aquí? —. Exclamé visiblemente sorprendida.

Mayra solo asintió.

—¿Sabe que aún vivo aquí? —. La interrogué, solo faltaba la lamparita.

—Pues como puedes ver... —. Empezó a hablar pero no la dejé terminar porque levanté mi dedo índice para señalar una amenaza, suspiré hondo y le pregunté:

—¿Le has hablado de mi? —. La pobre de Mayra solo asiente asustada, quizás me excedí un poco —. Bien, vamos a calmarnos, nada puede salir mal, solo es Christian de nuevo, no es nada sorprendente, todo saldrá bien.

Mayra asiente y me pregunta que si quiero llevarme las galletas, yo le digo que sí y gracias, pues ya debo irme. Nuestro horario es hasta las 6 de la tarde los martes y jueves, así que me despido amablemente de los Sánchez y me dirijo a la acera dispuesta a llegar a casa a dormir unas veinte horas.

Pero durante el camino no puedo dejar de pensar en Christian. ¿Porqué volverá? No tengo idea. Christian era mi mejor amigo desde siempre, nuestras madres eran mejores amigas y pues nos conocemos desde pequeños. Compartíamos innumerables aventuras y secretos pero todo cambió a los ocho años cuando el me besó, me dijo que me amaba y que se cambiaría de ciudad. Yo solo le dije que éramos demasiado pequeños para comprender el amor y que lo extrañaría demasiado. Ese fue el último día que lo ví. Y ahora resulta que lo veré en tres días después de casi ocho años.

Me pregunto cómo se encontrará. Si tuvo muchas novias. O si prefirió ser antisocial o reservado. Si entró a algún equipo de béisbol, pues ese era su sueño. Si ha sido feliz en todo este tiempo.

Los quince minutos de la casa de Mayra a la mía se me pasan volando por estar pensando, si me reconocerá cuando me vea, si nos reuniremos o si nos veremos nada más, las dudas me consumen.

En cuanto llego a casa no encuentro a mamá, en su lugar una nota que dice:

"No regresaré hasta mañana, se presentaron
problemas en el trabajo.
Pide una pizza o dile a tu hermano que te
cocine una sopa"

-Mamá

Como estoy demasiado cansada, lo único que hago es tomar una barra de granola del refrigerador y correr a mi cuarto para lanzarme a mi cama. Antes de cerrar los ojos pienso en una última cosa: Christian, no podrás contra mi.






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⏰ Última actualización: Jun 20, 2019 ⏰

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