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-¡¿Qué le sucedió, Dende?!

-¡No lo sé. Hacía días que no salía de su habitación; entramos para asegurarnos de que estaba bien, pero al entrar lo encontramos así! ¡Por favor, haz algo, no se mueve!

-Éntralo, no parece que respire. ¡Papá, prepara una camilla, necesito de tu ayuda con ésto de la medicina!

-Avisaré a Gohan, debe de estar preguntándose dónde ha estado.

...

Tres días antes del accidente.

-¿Seguro que estás bien, Piccolo? No has dicho palabra alguna durante estos días... bueno, aunque eso no es muy raro viniendo de tí.

Dende rió, amigable cómo siempre viendo al namek mayor que tenía en frente. Piccolo se notaba algo distraído, pero era igual de educado y jovial que siempre. Quizá solo estaba cansado.

-Ya te lo dije, estoy bien, enano. Ya deja de preocuparte por mí. Creo que soy lo suficientemente adulto como para salir y no avisarle a nadie. ¿No crees? -Exclamó sonriendo y esbozando la dentadura a penas un poco. Con cariño, sacudió la cabeza del pequeño.- Iré a entrenar a las montañas. ¿Estarás tranquilo de una vez ahora que sabes a dónde iré?

Dente asintió, aliviado y por fín relajado.

-Lo estaré, ahora sí lo estaré. Pásatelo bien.

-Lo haré. -Contestó el de altura imponente con aires de estar harto de tanto drama hacia su carácter.

Una vez más, sacudió la cabeza de Dende solo para molestarlo. Así, Piccolo abandonó el templo en un vuelo veloz. Dende y su guía, Mr Popo, se miraron entre sí.

...

-¿Bulma, qué sucede? Dende y Mr Popo llegaron alterados a mi casa, dijeron que era urg-... ¿¡Señor Piccolo!?

-Gohan, por fín has llegado. Dende estaba preocupado...

-¿Qué le sucedió? ¿Por qué tiene esa máscara de aire? ¿¡Por qué está conectado a esa máquina!?

El jóven namekiano se aproximó a la habitación dónde el cuerpo de Piccolo reposaba. Vivo, pero no por mucho tiempo.

-¿Acaso lo atacaron?

-No lo creo, Dende. No veo heridas ni sangre en él.

-Eso es lo que me temo, chicos...

-¿A qué te refieres, Bulma?

La dama no emitió palabra alguna.

...

Dos días antes del accidente.

En la casa del primogénito de Son Goku, Piccolo se encontraba pasando el tiempo con su querido alumno. La esposa del saiyan leía relajada una revista que su suegra le había regalado.

-¡Picco... Piccoyo! -Gritó con ansias el infante que Piccolo tenía sentado en sus piernas.

-No, Pan... Escúchame bien: Pi-cco-lo. ¿Entiendes? PI-CCO-LO. Vamos, dílo.

-¡PICCOYO, PICCOYO, PICCOYO!

Gohan no pudo evitar largar una carcajada. Piccolo miraba a su "nieta" con desaprobación y expresión seria.

-Me rindo.

-Ah, vamos, señor Piccolo. Es aún muy pequeña para hablar.

-¿Pero para volar no? -Preguntó sarcástico.- Si puede decir mi nombre de esa manera, perfectamente puede decirlo cómo se debe.

Su Interior [ONE SHOT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora