La muerte del Dios

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Entre sus manos, el cuerpo de Bennu, su Ba, se deshacía poco a poco. Las exquisitas plumas celestes se desprendían, desvaneciéndose. A un lado, la corona Atef, símbolo de jerarquía y poder, comenzaba a herrumbrarse.
Habían estado juntos desde el instante en que el primer sol había brillado sobre la tierra. No había vuelta atrás. Ese era el fin. Con la muerte de Bennu, Ra estaba condenado.
"¿Así se sentían los humanos?" Jamás había reflexionado en aquello. Para él, La Muerte jamás hubiese osado llamar a su puerta. Ahora, podía ver cómo la vida llegaba a su fin, sin que hubiese nada que pudiese hacer. Y sin Bennu, estaba condenado a desaparecer de manera absoluta. Su Ba era el conducto que preservaría su esencia, su espíritu, conduciéndolo de manera segura hasta el Reino Celestial.
El dolor bajaba por la garganta de Ra como un filo estilete, destrozando su voz. Bennu emitió el último sollozo, y al fin dejó de temblar. La Muerte, al fin, lo había llevado. Un instante después, en la cálida brisa se disiparon los últimos despojos del ave sagrada. El tormento y suplicio del corazón de Ra desgarraron su pecho. El grito del dios estalló. Y por primera y única vez, sintió el calvario del desconsuelo que sienten los hombres ante la muerte.


Ra levantó los ojos, y vio como Febo cabalgaba el cielo, llevando la luz del sol que le había arrebatado. La interminable visión del campo de batalla se extendía frente él. Los cuerpos de los soldados divinos desaparecían.
A lo lejos, los poderosos rayos alcanzaban una y otra vez la tierra. Júpiter festejaba su triunfo con la insolencia y desvergüenza que caracterizaba a los malnacidos dioses romanos. En sus ansias de apoderarse de todo, se habían fagocitado a cada uno de los pequeños dioses bárbaros. Luego, usurparon y reemplazaron el lugar de los griegos, absorbiéndolos hasta que aquellos desaparecieron en el olvido. Ahora, se habían enfrentado a los Antiguos, los Dioses que todo lo habían creado.
Y habían ganado.


Ra se puso de pie. La gran herida a su costado sangraba, pero su orgullo le daba la fuerza que necesitaba. Observó el campo de batalla, y vio a sus hermanos sobre la arena, deshaciéndose entre quejidos. Sabía que los latidos en su pecho estaban contados. En cuanto el sol descendiese, la oscuridad los absorbería, y el Ka de cada dios de su panteón vagaría por la eternidad del agónico vacío. El tiempo, el cual nunca se había preocupado, era en este momento su mayor enemigo.
Buscó a su alrededor con desesperación. Su mente intentaba hallar algún camino que lo aferrase a la vida, hasta lograr restaurar su poder. La risa demencial cruzó el aire. Aun viendo los cuerpos destrozados de todo lo que conoció, no iba a darse por vencido. El Gran Ra, Creador de la Vida, la Luz y la Resurrección no iba a desaparecer sin dar batalla. Se encontró con los restos de Butó, la Protectora de Egipto. Su gallardía, su belleza y la fortaleza de quien fue, ya jamás iluminarían tierra egipcia. Había sido, por supuesto, la primera en caer. Se había sacrificado por todos ellos. Era demasiado tarde. Nada la traería de vuelta.


Siguió andando, apretando el paso. Pasaron los minutos, y al fin, entre los cuerpos de los caídos, encontró su báculo. Su Ka, su espíritu, estaba allí. Conteniendo el aliento, se acercó al cuerpo más próximo a él.

Era Thot, el Dios Luna. Los estertores de su cuerpo y los quejidos de dolor llenaron de rabia a Ra. Nunca había comprendido por qué los dioses romanos gozaban tanto con la destrucción, y con la desbocada lascivia de los excesos. Gozaban no solo de ganar, si no de la masacre que implicaba provocar una carnicería. El cuerpo de Thot había sido atravesado una y otra vez, con saña. Ra hizo acopio de todas sus fuerzas, y con extrema suavidad apoyó su báculo en el pecho de Thot. Acarició con ternura la cabeza el joven dios, mientras las antiguas palabras mágicas brotaron como una delicada letanía.

Thot abrió los ojos, asustado. Intentó suplicar ayuda, pero la sangre comenzó a manar de sus labios.

—Tranquilo, mi tierno hijo. Voy a proteger tu Ka. Ahora duerme, mi amigo— dijo Ra.

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2022 ⏰

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