Espejo, espejito mágico

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Ahí estaba yo, en frente de la vieja biblioteca. En su desgastada puerta había un candado; mejor que nadie sé que el bibliotecario James había muerto, pero no era necesario cerrar la puerta, no tiene sentido.

-Por favor chicos, despejen el pasillo, aquí no hay nada que hacer. -Dijo el profesor de geografía e historia.

'Genial, ya me jodieron los planes.'

No me queda otra que ir al aula de castigo, a esta hora, por lo normal, no habrá nadie y siempre dejan las puertas abiertas.

Subiendo los pisos hasta el ultimo, cruzando todos los pasillos hasta llegar al final donde estaba la puerta, entré y, como de costumbre (porque ya había ido ahi mas de una vez), estaba lleno de grafittis, cosas rotas y mesas pintarrajeadas con sillas chirriantes. Me sente en una (con su odioso sonido... En serio, lo odio) y abri mi mochila sacando varios apuntes, un mechero, dos, tres, cuatro... ¡¿Por que tengo tantos mecheros?! En fin, un boli con laser rojo y dos espejos. Más bien no estaba segura de lo que haría con estas herramientas aunque estuviese alimentada de información sobre psicología, así que me dedicaría a improvisar un poco, pero sin varios descuidos, a no ser que quiera que me pase como con Haltzer.

Los mecheros y los espejos tal vez me sirvan, el boli con laser de seguro no me sera util. La idea es, según mis apuntes, jugar con su mente, retorcerla hasta llevarla a la locura y a partir de ahí...

...

Bueno, yo ya puse mi granito de arena.

El autoestima es lo más sencillo de manipular en un ser humano. La mente está dividida en dos: la zona superior con los 5 sentidos y la zona inferior con las emociones. Es fácil rozar la mente con palabras, pero yo necesito penetrarla. La electricidad sería un recurso demasiado arriesgado y necesitaría más tiempo del que tengo. Después de espiarla, seguir sus movimientos y estudiarla, sé cosas que la conmueven, como bien en su diario decía -cual estúpidamente guarda en su taquilla-, se cosas que la emocionan y lo más importante, sé cosas por las que mataría.

Saqué papel y boli y me quedé esperando de brazos cruzados a que me llegase la inspiración divina.

«Tic, tac. Tic, tac.»

Las horas le daban la vuelta al reloj, y mi mente se retorcía en el agovio.

Allisson me hizo mucho, mucho daño; más bien físico. No me iba a permitir un vulgar asesinato como el de Jane. ¿Allisson tiene una vida espectacular? Le daré una muerte espectacular.

«Tic, tac.»

-Algún día... -Me desesperaba.

De repente, abrí los ojos como platos y una bombilla brilló en mi cabeza.

"Tic, tac... Tic, tac..."

¡El tiempo! El tiempo es por lo que nos agoviamos, por lo que matamos y amamos. El tiempo es lo que nos hace cambiar... Nuestro maquillaje que se deteriora. Somos esclavos del tiempo.

Tal y como la bruja de Blancanieves... Ella siempre preguntaba a su espejito mágico quién era la más bella... Pero los años arrugaban su pálida tez y hacía que sus negros ojos como el alma callesen, deformando su hermosura y consumiéndose entre las horas tras su espejo... Tal y comoa realidad.

Ese cuentecito de Disney me dio la clave. Sweet suele llegar tarde al instituto por arreglarse; se maquilla en clase, tiene un espejo en su taquilla, siempre intenta vestir bien... Y todo aquello que odia aunque sea por un mísero día me lo reprocha.

"Eres fea." "Iugh! ¿Tú con falda?" "Se te corrió el rimel."

Todo aquello que ella veía feo en su ser, se lo guardaba tan orgullosa y me lo escupía en cara. Por su culpa, -entre otros- no puedo verme al espejo tranquila... No hay zonas en mi cuerpo en el que no haya una sola marca de la afilada cuchilla del sacapuntas. A veces me veo gorda... Fui bulímica por un tiempo... Y de tanto serlo, fui anoréxica. Ahora, estoy mejorando, apenas se notan mis costillas aunque mi columna vertebral sigue marcándose en mi piel como si fuese tatuada. Aunque otras veces me da por vomitar...

La Venganza de Alice LawrenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora