Las Siete Melodias Prohibidas

13 2 0
                                    

Hace mucho, mucho tiempo, cuando aún no se establecía una división clara entre el cielo, la tierra y el infierno, existió un joven hombre que al vagar por las extremidades del planeta cayó accidentalmente en el infierno.

Lucifer, el rey de las tinieblas, estaba emocionnado por poder torturar al viajero de tantas formas diferentes. Sin embargo, como amante de los juegos, decidió concederle una sola oportunidad para persuadirlo de dejarlo irse en libertad.

El hombre no llevaba mucho consigo, solo una flauta de bambú que él mismo había fabricado en los jardines más sagrados de unas tierras que aguna vez visitó. Temeroso de sus posibilidades tan pobres de poder escapar, se dedicó a componer en total siete melodías, cada una inspirada en los siete pecados capitales respectivamente.

Cuando llegó el momento de presentar sus creaciones, velozmente todos los demonios se vieron deleitados por semejante obra de arte. Los más pequeños bailaron, los más peligrosos se relajaron, incluso el rey de las tinieblas disfrutó en silencio hasta que la presentación acabó. Era tanto el gozo del que presumía, que se permitió ser leal a su palabra y lo dejó escapar.

Al regresar a su mundo, el viajero presumió de su grandiosa hazaña en una taberna, donde el tabernero y los comensales le convencieron para que tocara alguna de esas piezas. Sin embargo, tan pronto como lo hizo, el tabernero enloqueció, y actuando como si estuviera poseído, se lanzó a los clientes y asesinó a dos hombres.

El viajero se fue de ahí al día siguiente.

El siguiente lugar al que llegó, se caracterizaba por sus cosechas saludables y tierras fértiles. Ahí, el hombre en su soledad tocó otra melodía para tal vez ganar algunas monedas, y tan pronto como lo hizo, todas las cosechas del pueblo perecieron y el hambre se propagó por todos los ciudadanos pues de sus cosechas vivían.

El viajero, se fue de ahí al día siguiente.

En su siguiente parada, estaba a punto de celebrarse un evento tradicional. Cuando los recidentes preguntaron acerca de sus viajes, le pidieron que tocara una melodía que hubiera aprendido en un lugar sumamente extraño. El hobre tocó la tercera melodía que compuso en el infierno, y al día siguiente el pueblo se plagó de ratas y sapos que posteriormente desarrollaron diferentes enfermedades que les costó la vida a varias personas.

El viajero se fue de ahí al día siguiente.

Pero para este entonces ya no quería arrastrar consigo semejante rastro de muerte y pesar. En una caja escondió las partituras que él mismo había compuesto y los enterró en lo más profundo de un bosque en el que no se debía entrar. Y entonces el viajero se desprendió de las melodias, pero las melodias no se desprendieron de él. En cada una de sus paradas, él podía escuchar que su propia flauta le susurraba que fuera a buscar las partituras nuevamente y las tocara, le susurraba que todo habían sido casualidades, y también, que no tenía nada que temer.

El viajero, cansado ya de escuchar eso, terminó por suicidarse colgandose de un puente en las orillas de una ciudad. Sin embargo, ese mismo día su flauta fue robada y bendida a un excéntrico músico que poseía buena fortuna.

Al inicio, el hombre se mantuvo especialmente interesado en su nueva adquisición; una flauta perteneciente a un viajero muerto. El músico la utilizaba todos los días, en los tocó todas las melodías que conocía, y cuando terminó, emprendió un viaje a unas tierras a las cuales nunca antes había ido. Sin embargo, era perfectamente consciente de cómo moverse allí. Era la flauta la que le decía por dónde dirigirse, y así fue como lo condujo hasta el bosque donde desenterró las partituras malditas que nunca debieron volver a la luz.

Pasaron los meses, un grupo de jóvenes viajeros llegaron a un pueblo fantasma. Las casas, la iglesia, las tiendas, todo estaba en orden, era perfectamente habitable, pero no había nadie.

Pero entonces, escondida en los almacenes de la iglesia, había una mujer que lloraba rezos de rodillas reiteradas veces. Los viajeros preguntaron por la situación presente, y ella respondió, que todos habían ido al infierno.

«Fue ese hombre —decía ella—. Un músico llegó aquí meses atrás con una flauta de bambú. Mi marido le advirtió no entrar al bosque de las afueras, pero no hizo caso y entró. No supimos nada de él hasta que se hizo de noche. Una particular melodía nos despertó a todos, era él, tenía los ojos rojos y centelleantes, una sonrisa larguísima, como un demonio. Todos en el pueblo enloquecieron, como animales salvajes, y él los condujo devuelta al bosque, donde se abrió una entrada al infierno y después desaparecieron.»

Al entrar en el bosque, a los pies de lo que parecía ser una tumba con una gran piedra negra, estaban las partituras y la flauta de bambú. Inmediatamente la Santa Inquisición se apoderó de las partituras, guardandolas en un templo sagrado, dentro de una caja de cristal que es limpiada con agua bendita. La flauta, por otra parte, fue vendida a diferentes músicos, mercaderes, incluso a nobles de poder. Pero se dice que todo aquel que adquiere la flauta se convierte en víctima de su maldición.

Se han practicado varios exorcismos a los que la han comprado. Muchos se han suicidado o han asesinado a sus familias enteras. Otros, que ni siquiera sabían tocar un instrumento y que tenían la oportunidad de estar en la casa de la flauta, escuchaban que el instrumento les hablaba y tocaban las más complicadas piezas perfectamente.

Tanta fue esta malignidad que la Santa Inquisición también se apoderó de la flauta y la guardó en otro templo, muy diferente y muy lejano de dónde están las partituras. Se dice que muchos han tratado de hurtar ambos objetos, para poder revenderlas nuevamente y hacerse con una fortuna, pero hay otros quienes creen que aún si sólo compartiste unos días con la flauta, estarás obligado a dedicarle tu muerte.

______________________________

N/A

Reitero: este relato es 100% mío, no hay ninguna clase de estudio o tesis que hable acerca de esto pues es completamente inédito y de mi autoría.

Espero que les haya gustado, la verdad no pude sacarme esta idea de la cabeza hasta que comencé a escribir.

Las siete melodias prohibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora