Capítulo único

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Desde que nació sus padres le advirtieron de la peligrosidad de salir de noche mostrando unos vídeos para nada infantiles que le arrebataron la inocencia de raíz.

Su sonrisa se borró y siempre tenía cara de póker allí donde iba, miraba a todos sin brillo en sus ojos, y todos lo miraban a él con preocupación, puesto que desde los cinco años ya no había vuelto a sonreír, tenía una mirada absolutamente apagada, sin ganas de vivir, con ojeras muy marcadas y los párpados agotados. Muchas veces se dormía en clase y muchos especulaban que su piel cada vez se volvía más blanca, los padres, por su parte no le daban importancia a aquel cuerpo que se marchita a en el trauma de aquellas imágenes que constantemente le mostraban, asustándolo para que no desobedeciera. Comenzó a darle su comida a sus compañeros, no comía nada durante la media hora del patio, y siempre se dormía o se desmayaba en clase. El profesor también ignoraba ese hecho, lo había dado por un caso perdido, y el pobre chico tan solo se deprimía más y más, cayendo a un vacío realmente doloroso y solitario.

Llegó un día que después de comer su platillo favorito en compañía de su mejor amigo se llevó una mano a la boca y se fue corriendo escaleras arriba, seguido de un preocupado mejor amigo, que al llegar al baño vio como echaba todo el contenido que acababa de ingerir, seguido de bilis y sangre. Mucha sangre, se asustó. Tomó una toalla del seca manos y limpio la boca del menor, después lo cargó, ayudándolo a levantar del suelo, y lo llevó a la pica para que se limpiara la boca, le acarició la espalda mientras el menor sollozaba por el dolor de su garganta y por el esfuerzo. Seguidamente lo acompañó a la habitación para que se cambiara la ropa sucia por el vómito. Y entonces, lo que el menor evitaba en los baños y en los vestuarios masculinos, se descubrió: en su cuello, pecho, clavículas y brazos había miles de marcas de mordiscos y bastante antiguos de hecho. Abrió los ojos en shock y lo miró fijamente.

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- ¿Que?

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Despertó como si de una pesadilla se tratase, se llevó una mano a la frente para secar el sudor y se sentó para calmar la respiración con los ojos abiertos como platos. Miró por la ventana, todavía era de noche, una hermosa noche sin nubes. Pero una figura eclipsaba la luna cuando enfocó la vista. Tragó saliva audiblemente. El sujeto lo miraba fijamente, con el cabello azabache moviéndose libremente por la brisa que se colaba en la habitación. Sus ojos profundos de color azul cielo lo escaneaban con una aparente sorpresa y extrañeza.

- ¿Porque no estás muerto?- su voz áspera repercutió contra sus oídos de forma dolorosa al diferenciar ese timbre de voz tan peculiar y qué tan conocida se le hacía.

- ¿Butters?- fue lo único que logró articular antes de que este se lanzará contra él e impactara su espalda contra el colchón viejo, colocándose sobre él con las manos en los hombros.

- ¿PORQUE... No estás muerto?- exigió saber con un tono de amenaza.

- ¿Butters que demonios ha pasado contigo?

Solo se escuchó un gruñido lleno de molestia y un gorgoteo profundo en la garganta, como un rugido contenido y amenazante de un león, una bestia salvaje; seguidamente el intento de pregunta del el chico, por último: el grito del mismo, y en un forcejeo pequeño, se escapó el último aliento de su boca. Posteriormente, el cuerpo vacío, seco y mustio del rubio, se perdió en el colchón áspero y viejo, con un golpe ahogado, el otro, mirando sin sentimientos lo que había hecho se enfiló en la ventana y lo miró por última vez limpiándose las comisuras con la manga.

- espero que esta vez sí te quedes muerto.

Saltó de aquella ventana vieja y empezó a caminar hacia su hogar en total silencio, caminando por el medio de la carretera de aquella desierta calle sin mirar atrás, ni a los lados, simplemente caminando sin interés hasta llegar a su casa, donde subió por la fachada habilidoso y entró en su cuarto a través de la ventana abierta, cerrándola posteriormente y se sentó en el colchón, mirando las horas que le quedaban despierto hasta el amanecer. Realmente esperaba que el rubio se quedase muerto, sino, no podría entender como sobrevivía si bebía su sangre hasta matarlo, pero de alguna manera extraordinaria él revivía.

125.- ¿Can I bite you? (Bunny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora