Sospechoso Íntimo.

Sospechas.

Hola, ¿Cómo están?

El anime de Captain Tsubasa finalmente terminó (y me hizo hervir la sangre en el proceso por culpa de Tsubasa, el Nankatsu y la bulto de Sanae) pero la investigación por los asesinatos de Hikaru Matsuyama y Kojiro Hyuga continúa.

Aquí hay un guiño a Inocencia Perdida.

Disfruten la lectura.

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El detective Wakabayashi entró con mucha prisa al hospital acompañado de Izawa. Ambos hablaron con la recepcionista y esta le respondió que Tsubasa estaba siendo operado.

– ¿Se encuentra bien, detective? – preguntó el pelilargo al ver que el mayor parecía en trance.

– Eh... Sí.

– Familiares del señor Ozora – de inmediato el de orbes verdes se levantó.

– Doctor Misugi, dígame cómo está mi esposo – pidió con temor a la respuesta.

– Recibió un disparo en el pecho y tuvimos que operarlo, por suerte pudimos extraerle la bala pero lo hemos puesto en un coma inducido – al oír esas dos últimas palabras sintió su mundo tambalearse.

– Tranquilo amigo – Mamoru se puso de pie para agarrarlo, evitando así que se caiga.

– ¿Pue-puedo verlo? – dijo en un tono bajo.

– Está en terapia intensiva, y solo permitimos visitas a las once y a las seis, lo siento.

– Entiendo.

A la mañana siguiente.

Antes de ir a la estación, el detective Wakabayashi decide pasar por la residencia de Misaki.

– Voy – escuchó luego de tocar la puerta –. Genzo, hola. ¿A qué se debe tu visita?

– Por dos cosas; la primera es ver como está John, me gustaría llevármelo a casa de mis hermanos para que lo cuiden.

– Él está bien, por suerte no le hicieron nada malo – respondió –. Pero él está en buenas manos conmigo. ¿Por qué lo quieres llevar a otro lado?

– Eso va la siguiente razón, me gustaría que me acompañaras a la estación para hacerte algunas preguntas.

– ¿Qu-qué? ¿Es una broma? – el pelinegro movió su cabeza en señal de negación –. Si es por el asesinato de Hikaru pues...

– Sí, sí, escucha, entiendo tu molestia pero te aconsejo que me acompañes y colabores o si no las cosas podrían complicarse para ti – le cortó –. Hazlo por Hikaru, por favor.

– Está bien – aceptó a regañadientes.

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– Acompáñame, Misaki – ambos entraron a la sala de interrogatorios –. Siéntate.

– De acuerdo – obedeció –. ¿Qué necesitas saber?

– Antes que nada quisiera saber cómo era tu relación con Hikaru Matsuyama, si había problemas para ser exactos – dijo en un tono frío.

– ¿Para qué quieres saber?

– Esta es una investigación, y cuanto más sepamos mejor – lo miró fijamente –. No estoy aquí para juzgar, sino para resolver un crimen.

– ¿Qué te digo? Hikaru no era muy diferente a Tsubasa, los dos son unos gatos – bufó –. Desde el año pasado solía llegar tarde a casa, y una vez directamente no volvió, así que decidí instalar un rastreador en su automóvil y descubrí que me estaba engañando con otro – golpeó la mesa molesto –. Tantos años juntos para que me hiciera esto.