Única parte

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Gabriel nunca supo que tan enamorado de Aziraphale estaba.

A partir de que el ángel que conocía desde el inicio de los tiempos fue enviado como guardián del Edén no supo explicar el cambio en el rizado.

En principios, supuso que estaba aterrado por el castigo al entregar su espada a los pecadores, unicamente para protegerlos de los mounstros del exterior al sagrado jardín, pero conforme los días el cielo fue notando como el ángel rubio prefería estar en las tierras mortales antes que en el cielo. Empatizaba y convivía con ellos, estuvo presente en cada desastre que se formó allí hasta el punto donde la Todopoderosa decidió acabar con sus propias creaciones a través del diluvio.

Pasaban décadas, siglos y milenios. Aziraphale siempre prefería estar en la Tierra y ser uno de ellos a través de su cuerpo humano, prefería aprender sus costumbres antes de cumplir órdenes en el cielo. Aún así, nadie le fue a buscar ni reclamar nada; en el cielo les servía que el ángel supervisara a las creaciones de la Todopoderosa, por lo que ninguno se tomó la molestia de comunicarse con él.

No hasta ese día

El nacimiento del Anticristo

Pudo ir cualquiera, pero por alguna razón decidieron enviar a Gabriel a buscarlo después de milenios; supuso que por el hecho de que ya había empatizado con una humana pura en el pasado. Era necesario informar al ángel terrenal sobre la presencia del pequeño bebé que crecería hasta sus once años antes de destruir el mundo, tal como indicaba el Gran Plan.

O como suponía que indicaba, en realidad nadie tenía acceso a las verdaderas escrituras. Pero la Todopoderosa tenía absolutamente todo planeado y no pensaban fallarle.

Encontró al ángel en un restaurante, en la barra a punto de ensuciar su cuerpo con un alimento elaborado humano a base de peces muertos y aún crudos. Gabriel sintió rechazo inmediato a lo que el rubio consumía y se lo hizo saber al segundo en que llegó hasta él.

—Es sushi —le contestó, extrañado por la presencia del arcángel a su lado luego de milenios sin saber del otro.

Gabriel no le dió más importancia, habían cosas más relevantes. El anticristo lo era en ese preciso momento.

En ese momento ni él ni nadie en el cielo creía que Aziraphale era el indicado para vigilar al hijo del mismísimo Satanás, sin embargo la Todopoderosa si lo hacía y de esa forma nadie podía ir en contra de ella. Mucho menos cuando el arcángel notó un ligero nerviosismo en el de blanco al nombrar a Crowley, el demonio encargado de llevar al anticristo a su familia con el embajador.

Crowley

Claro que lo recordaba. Un ángel que cayó de manera temprana al infierno; nadie supo realmente que pecado había cometido como para hacerlo.

Anteriormente conocido como Crawly, fue ángel de la virtud y maestro en el arte natural de plantas exóticas, así como también la serpiente responsable del primer pecado terrenal. Y ahora era uno de los relacionados directos del inicio del fin por la misma razón que Aziraphale: Crowley prefería pasarla en la Tierra aprendiendo costumbres en vez de causando el mal como el demonio que era actualmente.

Al cielo y al infierno les parecía raro que ninguno de estos dos se haya encontrado con el otro en algún momento de la historia.

De boca en boca fue dándose a conocer que el anticristo se llamaba Warlock, y crecía bajo la influencia de los seres sobrenaturales que el cielo y el infierno creían que no tenían interacción alguna. Año tras año Aziraphale fue presentándose frente a sus superiores y asegurando que el niño era educado únicamente con bondad, y aunque la mayoría no le daba mucha fé al ángel este conseguía seguir con su tarea de cuidar del hijo del mal.

the arcangel's feelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora