Escape

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Aang se quedó paralizado de los nervios, y de momento ninguno supo qué hacer. Otras voces se unieron a la primera, y la gente comenzaba ya a fijarse bien en ellos.

— ¡Ése otro chico también aparece en los carteles! — dijo un hombre viejo señalando a Sokka — ¿No serán ladrones como el que buscamos?

Los chicos ya no sabían qué hacer. Rodeados de la gente, sabían que si usaban su poder eso los delataría, y ya se sentían atrapados cuando de repente se escuchó una voz más allá de la multitud.

— ¡Ay, ay mi comida, se la lleva, deténgalo alguien!

— ¡Mi dinero ladrón, devuélvelo! — gritó otra voz diferente de la primera.

— ¡Buuaaa, mi dulce, me lo quitó! — chilló una voz de niño.

— ¡Vamos, vamos a por el ladrón! — dijo otra voz de hombre azuzando a la muchedumbre, la cual se retiró en desbandada, olvidándose de los chicos. En ese preciso momento, el ladrón tomó a Toph por el brazo y le dijo algo al oído.

— Toma a tus amigos y diles que me sigan. Yo los sacaré de aquí — le dijo a la chica ciega, y mientras lo decía movió discretamente con el pie un montoncillo de basura, bajo el cual había un agujero. El chico y Toph no tuvieron problemas para pasar por ahí, mientras los demás se metían con dificultades. Por fin, notaron que el hoyo daba a un estrecho túnel, por donde debían andar a rastras en la oscuridad total. Por ello fue que sólo Toph se pudo dar cuenta de que el túnel tenía muchas ramificaciones que se dirigían a diferentes direcciones, y pensó que tal vez ése era el método del ladrón para escapar desde cualquier sitio de la ciudad.

Finalmente, guiados por el chico ladrón llegaron bajo la duela carcomida de una casa abandonada, y quitando silenciosamente unas cuantas tablas, el muchacho les dejó el paso franco a nuestros amigos para que salieran a la superficie. No tardaron mucho en percatarse de que, a pesar del abandono en que se encontraba, se podía vivir allí con alguna comodidad.

— Esta casa está fuera de la ciudad, cerca de la entrada principal — explicó el ladrón —. Según creo, su campamento no debe estar muy lejos, o hubieran tenido que venir en su bisonte volador.

— ¡Epa! — dijo Aang asombrado — ¿Cómo es que supiste...?

— Deberían sacudirse el pelaje de su mascota antes de ir a cualquier lado — dijo divertido el muchacho —. digo, si es que lo que pretenden es ocultarse.

Todos rieron ante la ocurrencia, para luego ver que el chico se devolvía al túnel.

— Bueno — les dijo a todos —. Pueden irse cuando quieran, desde aquí no los verán salir. Yo me vuelvo a mis asuntos a la ciudad, hasta luego.

— Oye, espera — lo detuvo Toph —. Por favor, antes dinos cómo hiciste para distraer así a la gente. Estoy segura de que usaste un truco.

— Ah, eres muy perceptiva chica linda — le dijo el ladrón sonriendo —. Tú puedes ver cosas que los demás no pueden o que les cuesta mucho poder hacerlo. Yo aprendí a "ver" como lo haces tú, pero creo que estar ciego lo hubiera hecho más fácil... En fin, si quieren saber qué fue lo que hice y cómo lo hice, hagan favor de "prestarme su atención, por favor".

Las últimas palabras las dijo sin abrir o mover la boca, e imitando a la perfección la voz de Sokka. Incluso Toph estaba sorprendida de la habilidad del chico, pues éste le había tomado la mano y se la puso sobre su boca, para que la chica se percatara de lo que hacía. Proyectaba fácilmente su voz hacia cualquier parte, e hizo imitaciones de las voces de todos, entreteniéndolos por un rato.

— ¡Wow! — exclamó Sokka aplaudiendo —. De verdad eres fantástico. Pero si eres tan talentoso, ¿por qué te dedicas a robar? Bien podrías trabajar y ser un ciudadano más aquí mismo.

Avatar, la leyenda de Aang: el ladrón sin nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora