Capítulo 5

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«26 de Junio de 2042»

- Tranquilízate Ela, todo estará bien – Dijo Julia.

- No me puedo tranquilizar, los pilotos automáticos siempre me han dado mucho miedo, una maquina puede equivocarse – Respondió Gisela bastante asustada.

- Es más probable que pase un error humano a uno cometido por un sistema con inteligencia artificial – Agrego Julia, buscando tranquilizar a su amiga.

Al ver que la calma de Gisela no llegaba a ella, Julia decidió empezar a trazar un plan para resolver todo, pero primero necesitaban acomodar las pocas pistas que tenían. Gisela y Juan recordaban a Paulina, aunque Gisela no tanto. Lo cierto era que sin duda, la chica se llamaba Paulina, pero aun hacía falta pensar en el chico, tal vez Samuel o Lilian podrían recordar, pues según Julia, Luisa no tuvo mucho contacto con el muchacho, pero recuerda una unión continua de ambos desconocidos con Lilian y Samuel.

- Entonces... es buena idea empezar por Samuel – Dijo Gisela.

- Claro que sí, y en mi opinión la siguiente persona debería de ser Lilian.

- Si, recuerdo que Paulina siempre estaba con Lilian, al menos la Pau que yo recuerdo

- La última opción sería ir con Luisa...

- ¿Sabes dónde está? – Pregunto Gisela intrigada.

- Juan me acaba de decir que no vive en la ciudad, además... Se quedó usando las antiguas redes sociales y no tiene los transmisores universales.

- Prácticamente, está alejada de toda tecnología – Dijo Gisela.

- Incomunicada... Si.

Aunque al momento pensaban constantemente en los desconocidos de la fotografía, ninguna de las dos pudo evitar pensar que extrañaban a su amiga, tenían mucho tiempo sin verla, sin saber cómo le iba en su vida. Pensar que los años en los que estuvieron juntas fueron especiales y que ahora, aunque ellas continuaban viéndose y siendo buenas amigas, Luisa estaba alejada, a pesar de que al final de cuentas, por la unión matrimonial de Adán y Marisol, ellas tres eran ahora parte de la misma familia.

Gisela seguía intranquila por ir en el auto de Julia, con su peculiar piloto automático, que las llevaba de un punto de la ciudad a otro. La ciudad había crecido tanto que la zona donde vivían de jóvenes, ahora era la punta sur de la ciudad y donde Gisela y Julia vivían actualmente, era la punta norte, teniendo que travesar toda la ciudad para llegar a la casa de Samuel, quien estaba en el mismo lugar de siempre, a un lado de la antigua casa de Luisa y Juan.

- En serio me parece muy extraño que no puedas tranquilizarte, de verdad no corremos ningún peligro Ela.

- Simplemente no puedo Julia, nunca he confiado en las maquinas, recuerda que al principio eran muy inestables.

- Yo lo sé, sé que los pilotos automáticos al principio eran muy inestables, pero la inteligencia artificial llego para mejorar todo. Ahora son realmente precisos, no habrá ningún accidente hoy Ela.

- Quiero confiar en ti, en lo que me estás diciendo, pero parece que mi naturaleza me hace desconfiar de esto.

- Esta bien, vamos a hacer algo... Hare que el auto se detenga ahí en esa tienda, comemos y mientras te sigo explicando sobre la inteligencia artificial, puedes respirar y tranquilizarte un poco.

- Perfecto, solo detén esta cosa y déjame pensar en algo mas que no sea estar en una maquina como esta.

Rápidamente, Julia cambio la dirección de destino y su automóvil se estaciono perfectamente en el espacio libre de la tienda. Justo en cuanto llegaron, Gisela se bajó rápido y se paró frente al auto, volteando fijamente hacia la calle, apresurando a Julia, quien sin ninguna prisa, se bajó tranquila del coche. Gisela insistió cada segundo más, dejando en evidencia que entre más tardaba Julia, más se desesperaba. Cuando por fin entraron y se sentaron, Gisela agarro un poco de aire, pero dando a notar, por el temblor en sus manos, que estaba bastante nerviosa.

El Último Día De Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora