Capítulo 6

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«18 de Marzo de 2001»

- ¿En que estabas pensando? – Preguntó Lilian a Daniel

- Cálmate Lilian, tal vez nadie ha notado nada aun – Dijo Paulina

- Te pusiste como loco por que Gisela no estaba ahí, eso es bastante sospechoso – Agrego Lilian

- Lo siento, no lo pude evitar – Dijo Daniel, agachando la cabeza

Justo en medio del silencio, Luisa entro a donde estaban. Aunque casi no la frecuentaban, Lilian era un poco más cercana a Luisa que a las otras dos chicas. Por lo que Luisa pudo entrar sin problemas a la casa de Lilian para buscarla en la habitación.

- No tienen por qué callarse – Dijo Luisa – Ya sé que es lo que sucede aquí.

- Luisa, es más complicado de lo que crees – Contesto Lilian, tratando de tranquilizar a Luisa.

- No es nada complicado, lo complicado es entender el porqué. Sé muy bien donde estuvo Gisela, me lo dijo hoy temprano – Dijo Luisa.

- Yo también se dónde estuvo ella y es justo lo que no quiero – Agrego Daniel.

- Sé que no quieres eso, pero ¿Porque? – Pregunto Luisa - ¿Acaso quieres que ese payaso me siga molestando a mí?

- No busco que moleste a nadie más. Solo no quiero que este con Gisela

- Voy a descubrir para que traman todo esto – Dijo Luisa – Porque además, no creas que no me he dado cuenta que tratas de conquistar a Juan – Agrego señalando a Paulina

- Luisa, por favor – Dijo Paulina.

Y sin querer escuchar más, Luisa se fue rápidamente de ahí, bastante molesta. ¿Porque dos extraños, buscaban separar a Juan de Julia y además no querían permitir que Gisela se quedara con Eduardo?

Todo era bastante extraño para ella, pero sentía y sabía que había algo maquiavélico detrás de esos planes.

Al día siguiente, Samuel y Juan jugaban básquetbol o al menos eso intentaban. A Samuel no se le daba bien eso de los deportes y aunque con Juan era lo mismo, al menos se notaba que él jugaba un poco más que su amigo. Boto la pelota un rato, salto y la lanzo, solo para que ésta diera justo en la orilla del aro y fuera directamente a la cara de Samuel.

- ¡Auch! – Se quejó Samuel.

Aun sentado en el suelo y cubriendo su rostro con ambas manos, pregunto a Juan.

- ¿No tienes una manera menos peligrosa de perder el tiempo en tus vacaciones?

- ¿Tienes alguna otra idea?

- No, pero aceptaría cualquier cosa que no me rompa la maldita nariz.

- Perdón hermano – Dijo Juan, riéndose un poco.

- Me parece que necesitan a alguien que les enseñe un poco a jugar esto.

Ambos voltearon rápido y Samuel reacciono tranquilo, todo lo contrario al evidente nerviosismo de Juan.

- Hola Daniel, ¿Tu si sabes jugar básquet?

- Aprendí a jugar desde pequeño, tratando de complacer a papa.

Notando la intranquilidad de Juan, Dani volteo a verlo y le sonrió mientras se acercaba para pedirle el balón, lo recibió y desde donde estaba parado, lanzo y encesto.

- Vaya, ese balón no fue directo a mi cara, seña de que si sabes más que nosotros.

- Vi lo que hizo Juan hace rato, estuvo excelente amigo – Dijo Daniel bastante emocionado – solo trata de no lanzar directamente al aro, si no que intenta hacer una parábola con el lanzamiento.

El Último Día De Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora