En un claro del bosque, cual dueño absoluto del lugar, veiase un árbol. El tronco de extrañas formas acunaba orquídeas, caracolas, lagartijas y una camada de conejos que tenían su cueva justo en un hueco de sus raíces. Sus ramas bailaban con la brisa, se mecía suavemente como arrullando las aves y, a las traviesa jutias, que corrían y saltaban de un lado para otro.
Su belleza no terminaba en ser refugio para animales silvestres; sus hojas eran pequeños arcoíris, cuando el viento las mecía dejaban escuchar una melodía dulcísima, la preferida por los niños que visitaban el lugar. Después de haber cumplido sus deberes del colegio, venían a retirar las trampas que habían dejado los cazadores, luego, tomados de la mano, cantaban rondas alrededor del árbol, quien acompañaba sus cantos con armonías y destellos arcoíris; las ranas también croaban sus mejores notas desde las rocas que bordeaban el arroyo, muy cerca de allí.
Los pequeños, cansados de tanto jugar regresaban al pueblo, en las faldas de la montaña.
Llegó la noche. El Árbol soñaba escuchando el canto de los grillos y cigarras. La lechuza volaba su recorrido habitual, viendo que todo estuviera en orden. Todos dormían. El silencio fue roto por unas tonadas de guitarras y carcajadas, el árbol despertó asustado; pudo ver, cerca del claro del bosque una fogata amenazante. Ya al amanecer, las latas vacías rodaron por las rocas y rompieron el concierto de las ranas, las mansas jutias eran asadas en fogones improvisados....Llegó la tarde, volvió el silencio, el viento hizo rodar unos maderos aun encendidos, el fuego se abrió paso por el colchón de hojas secas, (el árbol se estremeció desde sus raíces, del fondo de su tronco salió un lamento) como atraídos por aquel llamado fatal, corrían los animalitos a su tronco, los caracoles se encerraron en sus conchas, los cocuyos encendían y apagaban sus linternas, los conejos se escondieron en su cueva_ el fuego avanzaba dejando a su paso una alfombra gris de humo y cenizas. Algunas luces se encendieron en la falda de la montaña, desde sus ventanas los niños, imploraban ¡que ya se apagara el fuego!!! el árbol se ahogaba, la garza que dormía plácidamente entre sus ramas extendió sobresaltada sus alas, _ ¿Qué puedo hacer para salvar nuestra casa?, aleteó muy fuerte, todo lo que pudo, hasta el cansancio, pero no logró apagar el fuego, entonces miro al cielo y alcanzo ver una estrella_ ¡Solo la lluvia puede salvar el bosque! Voló en busca de las nubes.... Pasaron las horas...llegó la lluvia...
Al amanecer, el sol descubrió con lágrimas en sus rayos que casi todo había muerto, algunas crías lloriqueaban al lado de sus padres inmóviles. Del árbol arcoíris, quedaba un pedazo de su tronco que aún se aferraba a la tierra, ya sin vida. Pasaron los días, llovió y llovió...
Una hermosa mañana el arroyo resplandecía y las ranas cantaban una nueva canción, los niños fieles a su lugar de juego llegaban a lo que fue el claro del bosque._ ¡¡Cuanta alegría!!! ¡Descubrieron sobre el tronco que creían muerto, el tintineo de una ramita multicolor!
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El árbol de la Vida
Historia CortaUna historia corta, que te ayudará a querer un poco más a nuestra casa azul (La tierra)