Entre la ventisca, el hielo, la oscuridad.

4 0 0
                                    

...Desesperada, corriendo hacia el palacio, la reina Zyra dejaba a la criatura sobre la cama, arrancando así un pedazo de su vestido y remojandolo en un cubo de aguas medicinales, quitando la sangre de las rodillas de la pequeña.

Jade no parecía fruncir el ceño de dolor en ningún momento, pero las heridas eran lo suficientemente profundas como para llorar de dolor, la reina se extrañó.

Apartó la mirada del rostro de au bella hija y comenzó a fijarse en los cortes,

Su sangre se tornaba de color índigo y la llaga sanaba muu rapidamente, tanto que, al cerrarse, Zyra sabía que algo maléfico estaba por venir.

Sobre un caballo de escarcha, el rei Gold, padre de Jade, dió la alarma a sus soldados del hielo para estar alerta sobre futuros ataques de seres desconocidos.

Él y una de sus tropas se acercaron a la boca de la cueva donde Jade se había adentrado previamente, en ésta,

Extraños gritos mudos que veníam de lo mas profundo de la caverna dejaban atemorizados a los lobos guardianes que iban con su majestad.

...Eran cientos...no...miles de sombras, gelatinosas que se deslizaban por la nieve sedientas de sangre y almas que deborar...

Golden, dejandose apoderar por el pánico, corrió lo mas de prisa que pudo a lomos de su corcel helado hasta llegar a las puertas del castillo, donde su bella esposa, de rodillas y con la niña en su pecho apoyada, desataba lágrimas y desesperación.

Jade estaba empezando a calentar su cuerpo, sus manos se pusieron moradas, con la mirada perdida y sin habla, a punto de caer rendida al suelo.

Gold abrazó a su mujer y a su hija, sin decir una sola palabra, y cuando cogió en brazos a su pequeña, Zyra arrancó el cristal color esmeralda de su tiara, y con una cadena plateada, lo colgó del cuello de Jade.

Antes de que Golden y Jade marchasen del lugar, Zyra se despidió de su hija con un cálido beso en la frente, pidiendole a la diosa hylia que cuidara de ella.

Frente a la entrada del palacio, allí estaban, condenadas...

La mismisima penumbra había aparecido ante los ojos de su majestad, pero Golden tenía que llevarse a su hija lejos de ese caos y evitar que su temperatura siguiera subiendo.

Cruzando el Lago Hylia, pasando por los alrededores del castillo de Hyrule, hasta finalmente llegar al bosque Farone, donde dejó a la pequeña en un lago dorado, de agua sagrada, escoltada por dos lobos del hielo hasta que su majestad regresara a por ella.

Mientras el palacio se derrumbaba lentamente, Gold corría con la esperanza de encontrar a Zyra con vida, pero allí estaba...

Tumbada en un enorme charco de sangre oscura, sobre la blanca nieve, en medio de una enorme ventisca.

No quedó ni rastro de las sombras, ni una huella... simplemente sus destrozos y los cadáveres de muchos soldados que defendieron hasta el último monento a su majestad.

Los pocos guerreros que quedaron, y el rei, llevaron a la hermosa Zyra hasta sus aposentos donde su tez se volvía azulada por momentos, hasta que todo su cuerpo estalló en mil y un cristales, que salieron disparados hacia todas direcciones por las ventanas de la mansión.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 08, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ice sketch (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora