Armadura de metal

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N. de la A.: Antes de leer, es importante considerar:

1.- Aquí, Leon S. Kennedy no es el súper agente del gobierno estadounidense que nos presentan en RE4. Tiene varios años menos, que se traduce en menos experiencia y un carácter más similar al de RE2. He aquí la razón de algunas situaciones que se presentarán a lo largo de la historia.

2.- Noiholt NO SOY YO. Esto no es ni un self-insert, ni un Leon y tú, ni un Leon x reader, ni rayita, ni nada de eso. Noiholt Maüser es un personaje ORIGINAL en el que he trabajado mucho para que se integre de forma orgánica al universo Resident Evil, como si fuera también un personaje del canon. Y, con orgullo, considero que lo he logrado.

Disclaimer: Los personajes de Resident Evil aquí nombrados son propiedad de Capcom, excepto la señorita Noiholt Maüser, que es de mi exclusiva invención, más uno que otro OC secundario.

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Capítulo 1: Armadura de metal

Washington, EEUU. Día 1 de enero del año 2000.

—¿Austria? —inquirió Leon, frunciendo el ceño.

—Sí. Tenemos un brote reportado del virus G, pero como cerraron la ciudad no hay peligro de que se expanda. —Ingrid Hunnigan acomodó sus lentes sobre el puente de la nariz con un gesto cómico—. Es un pueblo pequeño, así que no deberías tener problemas para rescatar posibles supervivientes. Los jefes han pedido que vayas solo, por tu experiencia en Raccoon City. En último caso, si necesitas apoyo, los soldados que resguardan las fronteras de la ciudad podrán ayudarte.

—Qué bonitas vacaciones de año nuevo me esperan... —murmuró, alzando las cejas mientras recibía una imagen panorámica del pueblo al que lo llevarían.

La joven morena levantó la vista hacia él con ademán serio, absolutamente profesional.

—Puedes enviarme fotos —le dijo, cambiando a un tono burlón.

—¿Desnudo? —Rio.

Ja, ja. Muy gracioso. Vete a cumplir con la misión, Leon —ordenó, disimulando con éxito la gracia que le había hecho ese comentario.

—De acuerdo. Pero luego no digas que me echas de menos. —Volvió a mirar la imagen—. ¿Cómo se llama el pueblo?

Grüneger.

—Ahora me pesa no haber tomado esas clases de alemán que me ofrecieron... —suspiró, agitando el pedazo de papel en sus manos.

Giró sobre sus talones y caminó hacia la salida, abriendo la puerta y dedicándole una sexy sonrisa a Ingrid. Ella le respondió con un gesto de su mano: «vete». Leon salió definitivamente, cerrando la puerta a su espalda.

«Bueno, tendré mucho tiempo para leer ese diccionario que me compré».

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Viena, Austria. Día 2 de enero del año 2000.

En una de las oficinas más escondidas del parlamento austriaco se discutía la situación de Grüneger, el pequeño pueblecito donde se reportó aquel brote del virus G. Los políticos, preocupados por la situación que se suscitaría en el país de saberse lo ocurrido, discutían acaloradamente sobre la opción de, simplemente, enviar una bomba y destruir el lugar por completo. Siempre podrían culpar a otro país del ataque, o alegar que un experimento salió mal, pero sin duda el peor escenario era que la ONU entrara en conocimiento de lo que ocurría.

Muro de BerlínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora