Heimfrost (Heimdall y Loki)

Vida a cuadros (Parte 1)

Loki salió de la ducha descuidadamente. Había dejado su ropa extendida sobre la cama y salió desnudo secándose apenas con una toalla el pecho cuando se paró en seco, avergonzado, al ver que Heimdall aún no se había marchado.

- ¿Nunca te acostumbrarás, verdad?- inquirió el Guardián, un poco triste y antes de que Loki pudiera ensayar una respuesta, se marchó.

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Loki fingió no oirlo y siguió caminando como si nada, Heimdall apresuró el paso y lo detuvo.

- ¿Cuánto tiempo vas a hacer esto?

- No sé de que hablas, Guardián.

- Has pasado por aquí cinco veces en media hora. No te hagas, Loki.

- No me hago nada, estoy buscando a Thor.

El rostro de Heimdall se contrajo. Parecía disgustado.

- ¿Para qué?

- ¿Como para qué? No te importa. Dime dónde está, es una orden.

Heimdall dio un paso firme hacia él, Loki se sobresaltó.

- En primera, tú, pequeño príncipe, no me das ordenes. En segunda, Thor se halla ahora muy bien, unido a Lady Sif. Y en tercera, Loki, tú me perteneces a mi y solo a mí. Ninguna pelea que hayamos tenido va a cambiar eso.

Loki bufó exasperado y se alejó de él. Antes de salir por la puerta del salón giró al verlo, Heimdall estaba de espaldas, y sonrió, complacido.

Eso era todo lo que quería oir.
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Heimdall retiró las vendas de sus manos y se las miró, aún brotaba sangre de los pequeños cortes que le produjera su áspera lucha contra esos monstruos de otras galaxias que habían osado invadir Asgard. Loki le tomó las manos, observó con minuciosidad las heridas abiertas, palpables y dolorosas.

- No debiste hacerlo...

- ¿Y dejar que te mataran?

- Vamos con los sanadores...

- Están ocupados con el pueblo.

- Heimdall, tú también eres el pueblo. Y para mí, eres más importante tú que todos ellos.

Heimdall le sonrió y quiso negarse a ir, pero no pudo contradecir la orden de su pequeño príncipe y marchó junto a él a curar sus heridas.

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- No me gusta que me llames así- Heimdall explotó- Tampoco te vuelvas a decir eso.

- Es la verdad y es la primera vez que la digo. Tú eres hijo de Odin y no yo, como siempre había creido. Tú eres el principe y así debió ser siempre.

Heimdall le respondió que no hablaría con él hasta que dejara el pesimismo a un lado y antes de irse, lo llamó "fatalista extremo".

Loki pensó que era un insensible.

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- Puedo ver que no llevas nada puesto.

La puerta del baño se hallaba cerrada pero Heimdall pudo saber que a Loki le había causado gracia lo que dijo.

Loki abrió la puerta y mostró su cara de pocos amigos e instó al Guardián a que se fuera sin besarlo porque estaba malhumorado.

- He estado comiendo buey con Thor y me ha caido pésimo. No paro de arrojar todo lo que como, es repugnante. Ya voy cinco días así, creo que voy a morir. Mátalo por mí, ¿quieres?

Heimdall sonrió y acarició apenas el vientre plano de Loki dejando escapar un fulgor de sus ojos dorados.

- Trata de descansar. Ahora me culparás a mi que no te dejo dormir de noche.

Loki alcanzó a comprender por qué seguía sujetandolo del vientre y sintió erizar su piel. Esto era algo nuevo, inesperado. Muchas cosas pasaron por su mente pero ninguna tan fatal como la idea del parto. Miró a Heimdall, abrumado y se desmayó.

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Heimdall lo ayudó a calzarse y lo levantó de la cama con pesadez.

- Si no pudiera verlo con mis propios ojos, diría que llevas a dos de mis hijos.

- ¿Tan grande estoy?- preguntó Loki, dolorosamente. Se miró la barriga hinchada a más no poder y se lamentó por su figura perdida.

- Heimdall intentó abrazarlo pero no pudo. Llevaba la armadura encima y temió hacerle daño con las puntas afiladas del yelmo. Extendió su mano y rozó con la punta del dedo el vientre redondeado y el bebé respondió.

Loki sonrió, emocionado.

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- Ya no tengo mi magia, Guardián- Loki hablaba, compungido- Esta mañana intenté envenenar a Thor con una poción nueva pero el chasquido no salió.

Heimdall negó con la cabeza.

- El bebé la necesita más que tú, Loki. Sé un poco más benevolente con Thor.

- No me gusta que sea el rey.

- Pronto nacerá su hijo también, y el nuestro será su amigo. Trata de vivir en armonía a partir de ahora.

- En armonía a partir de ahora, entendido.

Sacó una pequeña daga de su bata y se marchó.

Heimdall fue detrás de él, riéndose.