Un recuerdo

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—¡Panchito, Panchito!—corria despesperada por la calle— algo le pasa a mi mamá —me alarmó.

—¿Mi mamá?, ¿qué tiene?, ¿qué le pasó? —tenía mil dudas.

—No hay tiempo. —me jaló del brazo corriendo como alma que lleva el diablo. Algo muy serio había pasado.

Vi salir a mi hermano de la casa con mi madre en sus brazos, ella estaba inconsciente.

—¡¿Chiro, qué está pasando?! —ver a mi madre así me dio mucho miedo.

—Callate y ayudame a llevarla a la camioneta —en cuanto lo dijo se encendió la camioneta y me dio a mi madre en los brazos— llevátela atrás con Alejandra. —mi cerebro tardó un segundo en procesarlo y corrí.

Alejandra me abrió la puerta desde dentro, metí a mi madre y entré sentándome debajo de ella—Rosita, ayudame a sostenerla —.

—Sí —ella la abrazo mientras la ponía en sus piernas. Cerré la puerta. Vi a mi padre al volante y entró Chiro de copiloto.

—Ya llamé al hospital, vámonos. —mi padre aceleró de golpe, al principio patinó la camioneta. Metió reversa, avanzó, lo cambió a marcha y aceleró. Miré a mi hermana, parecía que iba a lloraral al mirar el rostro de mi madre inconciente. Algo suponía.

—Tranquila, Rosita, ella se pondrá bien. —traté de calmarla.

—¿Estás seguro, Panchito? —sus ojos estaban rebosando de lagrimas.

—Por supuesto que sí, tu confía en mí. —le extendí mi mano, ella la tomó y le sonreí, no podía evitar la expresión de preocupación en mi frente, pero me sonrió de igual forma derramando lágrimas. Nos volamos un tope y de golpe nos soltamos para abrazar a mi mamá. Mi hermana veía el rostro de mi madre y le acariciaba la cabeza.

—Todo va a estar bien, mamá. —se inclinó y la abrazó. Me rompió el corazón verla así. Pero no me permití llorar, ella no debía verme así.

—Ya casi llegamos —nos dijo mi hermano revisando como íbamos.—Alejandra, agárrate. —ella se separó de mi mamá y se agarró de la puerta aún sosteniendola. Volteé a ver a mi padre. Él estaba sudando, alcancé a ver preocupación en su rostro y miedo en sus ojos, jamás lo había visto así.

—Panchito... Francisco... —esa era la voz de mi madre.

Desperté respirando como si me perseguieran, estaba sudando y mis manos apretaban la sábana, en cuanto me di cuenta la solté y me senté en la orilla de la cama.

Enfrente de mí estaba la cama de José, él estaba bastante dormido, principalmente porque había tomado un trago de "caprinha" antes de dormir. Nosotros eramos roomies, solo nos alcanzaba para un departamento con un cuarto, lo cual en su momento no era problema apesar del hecho de que José dormía desnudo, pero gracias a Díos dormía con una sábana encima.

Necesitaba pensar, me levanté de la cama, tomé un short de una cajonera abierta, me lo puse y salí del cuarto tratando de no hacer ruido. Fui a la cocina y preparé la cafetera, elegí una cápsula al azar, "Brasile blend dolce".

—Brasil, mezcla dulce... —deje salir un suspiro— Bahía... —sonreí— Mamá... —el lugar de origen de mi madre era Bahía, Brasil; ahí conoció a mi padre y se casaron, luego fueron a México y lo demás es historia. Los recuerdos que tenía de mi madre solían ser felices. Pero el sueño de esa noche me decía algo.

—《Francisco...》—resonó en mi cabeza con su voz.

—¿Mamá? —levante la vista. No había nadie. Volteé a todas partes. Resople— es mi imaginación —volví a la cápsula preguntándome a mí mismo si esto era una señal de algún tipo.—Mejor guardo este —lo devolví y saqué otro, "Messico blend forte".—México... —esa era una señal más clara.

—Panchito... —me asustó por la espalda haciéndome dar un grito tirandole la cápsula a la cara como reflejo. Se quejó por el dolor del golpe—O que há de errado com você?!, Você está louco?—

—¡José!, oh, lo siento tanto, no era mi intención, but you scared me —intente disculparme y revisarle la cara en busca de heridas—ar-are you okey? —él me quitaba las manos de él empujandolas hacía los lados.

—I'm fine, I'm fine —alejé mis manos de él—what are you doing here? —me miró con ojos dormidos y frunciendo el seño. Tal vez lo despertó la luz de la cocina.

—I-I can't sleep, it was just a... A bad dream, don't worry. —bajó la mirada y vio la cápsula de café. Se agachó y la levantó. Empezó a analizar la situación y levantó la cabeza mirándome como si me estudiara.

—... Tú no planeas dormir, ¿verdad? —él sólo buscaba comprender. Mi cerebro trataba de formular una respuesta con sentido.

—Sólo... sólo fue un mal sueño. —bajó la cabeza y revisó el sabor de la cápsula. "Messico blend forte".

—¿Los extrañas? —me miró sin levantar la cabeza. Me quedé sin palabras por un momento. Traté de dar una respuesta lógica.

—Pues... como todos. —lleve mi mano a mi cuello. Estaba empapado de sudor. Eso me empezó a poner nervioso. Volvió su mirada a la cápsula.

—¿Planeas volver? —pensé un segundo en volver a aquel lugar donde crecí, donde se encontraba mi familia. Claro que no era tan sencillo.

—¿V-Volver a México?, no, no, hay mucho trabajo y proyectos, no me puedo dar el lujo de darme unas... unas pequeñas vacaciones... —la idea no sonaba mal—Pero no puedo, no podemos, tenemos que grabar, escribir, componer, el estudio nos necesita, nosotros tenemos que... debemos... —mi cabeza estaba dando mil vueltas mientras iba y venía en el mismo sitio. José dejó la cápsula en la barra de la cocina mientras yo me explicaba, me tomó por los hombros deteniendome en seco con ligera fuerza viéndome a los ojos con una suave mirada.

—... Es hora de un descanso. —no pudo ser más claro. Sabía que era lo mejor para mí, sonaba muy razonable y era claro que él tenía toda la razón.

—Pero Mickey... —traté de excusarme, pero no me dejó acabar.

—Él lo entenderá. —me soltó y espero a que dijera algo más. Él estaba en lo cierto, era hora de un descanso. Él lo pensaba, yo lo pensaba, y en su momento era la mejor opción. Al final parecía que ya estaba decidido. Sólo quedaba una pregunta.

—... ¿Lo llamas tú o lo llamo yo?

De un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora