C A P I T U L O 17

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Había perdido la cuenta de cuanto tiempo había estado sin pisar Inglaterra, se sentía extraño la verdad. No me acostumbraba a los ingleses y a nada que tuviera que ver con ellos. Hace mucho tiempo me había hecho ciudadano Rumano, había perdido por completo la noción de la antigua Londres.
Los muggles seguían teniendo su adorada monarquía y en el mundo mágico Kingsley Shakeltbolt había sabido llevar muy bien las cosas luego de la segunda guerra mágica.

Evanna se notaba algo ansiosa y también con miedo. No todos los días te daban noticias que podían cambiar tu vida.

— ¿Te sientes bien? — le pregunté una vez que estuvimos dentro de la cabina telefónica que nos llevaría por la entrada de visitantes del ministerio.

— Eso creo, la verdad es que quiero llegar pronto a donde Kingsley.

— Todo estará bien. — le animé — Sabes que si en algún momento te llegas a sentir incómoda sólo debes decir que no quieres hacerlo.

— Gracias. — fue lo único que pudo articular, agarró mi mano fuerte y yo acaricié sus nudillos con delicadeza.

Muchas brujas y magos salían por las chimeneas con llamas verdes, el ministerio estaba tal y como lo recordaba. Yo conocía los caminos ya que papá solía traerme cuando pequeño, Evanna lo conocía mucho mejor, ya que el departamento de regulación de criaturas mágicas era su lugar de trabajo.

Cuando llegamos al vestíbulo que daba a la oficina de Kingsley ví a Hermione Granger que venía a nuestro encuentro.

—¡Evanna! Que bueno verte. — le saludó. Granger era la mano derecha del ministro por lo que asumo que estaba enterada de todo. —¡Charlie Weasley! Esto sí que es una sorpresa — me abrazó.
Nunca fui tan cercano a Hermione ya que sólo la veía las pocas veces que fui a ver a mis padres y ella estaba con Harry y Ron. Era realmente inteligente y hermosa y honestamente no entendía como logró llegar a mirar a mi hermanito con otros ojos.

— Que bueno verte Hermione, he venido de improviso.

— ¿Tus padres sabían que vendrían? ¡Estarán felices!

— No, ha sido todo muy repentino, ya me pasaré por el departamento de regulación de objetos muggles para saludar a papá e ir a casa.

Pude ver los ojos de Evanna resplandecer. La verdad es que no estaba en mis planes ir a ver a mis padres, pero sería ingrato de mi parte pasar de ellos estando tan cerca. Mi madre saltaría de felicidad cuando viera a Eva en casa.

— Pasen, el ministro espera. — nos invitó.

— Te esperaré aquí, aprovecharé de ir a saludar a papá y también a coordinar una visita a Devon ¿Te parece?

— Por supuesto — me contestó en una sonrisa.

Evanna y Hermione entraron en la oficina y yo me quedé en el vestíbulo. Di media vuelta y me dirigí a buscar a mi padre que sé que estaría por allí haciendo revueltas. Sólo esperaba que no estuviera haciendo redadas.

Le pregunté a un guardia si es que lo había visto y me contestó que debía de estar en su escritorio. Conocía el lugar y le daría una gran sorpresa, no era común que nos viéramos tan seguido.
Lo divisé hablando con unos compañeros de trabajo animadamente, estaba en su escritorio con un alto de papeles, pero no dejaba de reír.

Sonreí y me encaminé hasta él.

— Deberías reír menos y trabajar más Weasley — comenté.
El de inmediato levantó la vista, apenas me vió se puso de pie de un brinco y me abrazó con fuerza.

— ¡Mi muchacho! ¡Qué gusto verte! ¿Realmente eres tú o es alguno de tus hermanos usando poción multijugos?

Reí sonoramente.

Dragones y Canela [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora