C A P I T U L O 28.

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Apenas abrí los ojos lo supe.

Había despertado y lo único que me quedaba de la noche anterior era el dolor de cabeza de la resaca. Miré a mi alrededor y ahí estaba Isaac, tirado en el sofá que estaba junto al mío. Alguien nos había hecho levitar hasta allí y lo más probable había sido Yusuf en cuanto nos vió.

Intenté aclarar las ideas que llegaban de golpe a mi cabeza. ¿Había sido posible que Eva hiciera eso? Aún no lo podía procesar del todo.
Me enderecé y la cabeza me dolió con un golpe seco. Recordé nuestras risas al estar bebiendo, recordé cuando Isaac se había quedado dormido y cuando no había podido detener mi lengua, lo que había dicho no era mucho pero bastaba para desatar un caos.

— ¡Al fin despiertas! — me dijo Yusuf de buen humor.

Claramente su sonrisa se desvaneció al ver mi cara de enojo inminente.

—¿ Qué sucede?

—¿ Dónde está Evanna? — solté de inmediato.

— Auch, me despertó como a las cuatro de la madrugada para ayudarla a hacerlos entrar aquí.

—¿Y?

— No la he vuelto a ver, subió y después volví a sentir la puerta, así que asumo que debe estar afuera, en los campos. — me contestó perplejo y sin comprender nada.

— Pues por supuesto — dije para mi mismo.

—¿Algo está mal con ella?

No quería involucrar al viejo, sabía que le tenía cariño y ya me había dicho lo que pensaba sobre mis asuntos. Por lo que asumí que si bien no apoyaría su actuar, si se colocaría de su parte.

Este asunto era entre ella y yo, ya que claramente lo había estado planeando desde hace unos días.

¡Qué idiota había sido!

Me puse de pie sin responder ni emitir algún monosílabo, me dirigí a la cocina y Yusuf no siguió preguntando nada, ya que sabía de sobra que algo estaba mal. Saqué unos frascos del mueble para prepararme una poción que me aliviara el dolor de cabeza. Mientras mezclaba los artilugios pensaba en todo lo que venía a continuación.

Ella se haría la víctima a pesar de su infantil actuar y yo como el culpable.
Aunque de hecho lo era.

Era culpable.

Una vez lista la poción me la bebí de un trago, dejando suficiente para mi compañero que despertaría tan mal como yo.
Me puse la chaqueta que estaba a mi lado y salí a paso firme con la idea fija en mi cabeza, encontrarla y hablar todo de una vez.

Claramente se había ido porque no quería afrontarme, sabría que yo estaría enojado, pero ella también era culpable. Ni mi madre me hacía eso cuando presentía que le estaba mintiendo. Aunque quizás yo estaba generando esos pensamientos para autoconvernserme de que no era totalmente mi culpa, a sabiendas que lo que yo había hecho era aún peor.

Caminé por los caminos buscándola y no me inmuté en saludar a nadie, a pesar de que mis compañeros lo hacían, yo estaba indignado. Y el enojo era algo que yo no podía controlar. Y la culpa tampoco, me gritó mi cerebro internamente.

— Steven ¿Sabes donde está Eva? —pregunté sin más preámbulos.

— La ví ir en dirección a la laguna. — me dijo algo confundido por mi forma tan antipática — Supongo que está con los dragones marinos.

Me dirigí a donde el mismo me había indicado sin molestarme en contestar algo.
Mientras tanto pensaba en todo, no estaba preparado para afrontar nada, pero tampoco iba a dejar que invadieran mi privacidad como lo habían hecho, y si eso implicaba tener que confesarme lo haría.

Dragones y Canela [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora