Pays imaginaire

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Lo último que Aitana hubiera imaginado en su vida es que acabase odiando Disneyland.

Tampoco es como si Disney le gustara demasiado. De hecho, jamás le gustaron esas películas, ni siquiera de niña.

Sobretodo aquella absurda de Peter Pan. ¿Cómo no iban a crecer los niños? ¿Cómo iba a perder un entrenado pirata contra un niñato volador? Por no hablar de la insoportable Wendy, que se creía la mejor y no era más que una estúpida que siguió a un niño que apareció un día flotando en su ventana. Esa estaba fumada, pensaba siempre.

Aun así, pensó que el trabajar en un parque de atracciones no sería tan malo. ¡Y encima en París! Pero estaba muy lejos de la realidad.

Si hubiera sabido que su día consistiría en hacerse fotos con niños chillando, rodeada de aquellos personajes que le torturaron la infancia por ver tantas veces sus películas sin entenderlas, se habría pensado mejor el pedirle un trabajo a su amiga Paula, que era encargada de una de las zonas del parque.

Por si fuera poco, la graciosa la había colocando trabajando de Campanilla.

El día que llegó, Paula se lo anunció y casi se tira por la minúscula ventana del apartamento que le habían dado.

-¿Por qué me haces esto?- cuestionaba enfadada viendo a su amiga reír-. A mí no me hace gracia. Prefiero trabajar de Cuasimodo que de Campanilla.

-Fée Clochette- corrigió la rubia.

-Eso, tú ayuda- se burló-. Encima no entiendo ni una palabra de lo que me dice la gente aquí.

-En el colegio sacabas sobresalientes en francés.

-¿Me vas a comparar a la momia de la profesora con esta gente que habla como si le pagasen por hablar rápido?- agitaba sus brazos para darle más intensidad a sus quejas-. Parece que tengan una polla en la boca.

-Me da igual lo que digas. Te veo mañana. Sé puntual, Fée Clochette- fue lo último que dijo antes de dejar a su amiga sola en su nuevo hogar.

Al día siguiente, Paula fue a recogerla al apartamento. Seguía enfadada, pero se tragó su orgullo para darle las gracias a su amiga por haberle conseguido un trabajo. Paula ya sabía cómo era Aitana y que al final iba a acabar gustándole el empleo más de lo que parecía.

Llegaron al parque en coche bien temprano. Paula la acompañó hasta la sala de descanso de todos los trabajadores y la presentó a los que estaban allí. Aitana murmuró un "Enchanté" muerta de la vergüenza.

Era muy raro ver a Blancanieves engullir unos cruasanes como si no hubiera un mañana, o ver a Gastón dándole un besito a Aladdín. Tendría que acostumbrase a ello.

Seguía sin moverse de la puerta cuando vio a Paula acercarse con una morena muy sonriente.

-Esta es Anna Guerre- explicó-. Habla español y será quien te ayude estos primeros días. Os dejo solas que mi turno empieza en cinco minutos. Mucha suerte, Aiti- dijo antes de marcharse.

Aitana miraba a Anna con recelo. Esta, sin embargo, no había dejado de sonreír ni un segundo.

- Enchanté, mon amie!- saludó con un apretón de manos-. Espego que estés bien. ¿Fue buena tu llegada?- tenía un marcado acento francés, pero se le entendía perfectamente.

-Sí- no quería sonar borde, mas no sabía qué más decir.

-¡Me aleggo mucho! ¿Qué pegsonaje eges?

-Campanilla- Anna frunció el ceño-. Fée Clochette.

-Ah, me encanta. Yo soy Belle.

Aitana sonrió. Seguía sin saber qué decir.

Pays imaginaire | one shot ifridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora