Capitulo 29

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Dormir con Harry era una experiencia maravillosa. El calor de su cuerpo, la forma en la que me abrazaba, su respiración cálida rozando mi oreja, su aroma inundándolo todo, su cabello haciéndome cosquillas en la nuca, el lento subir y bajar de su pecho… Jamás podría acostumbrarme a estar de ésta forma con él. 

—No tienes idea de cuánto te mueves cuando duermes —se quejó Harry, con la voz enronquecida, a mis espaldas.

Rodé sobre mi costado hasta quedar de frente a él, quien me abrazaba por la cintura. —Lo siento —susurré, apenada.

Una sonrisa perezosa se deslizó por sus labios y apartó un par de cabellos de mi rostro. —Amo el desastre de tu cabello en las mañanas —observó, intentando apelmazar mi rebelde melena.

Hice un gesto de fingida indignación y fruncí mi ceño dramáticamente —Deja en paz a mi pobre e indefenso cabello.

—¿Indefenso?, ¿Cómo puede ser ‘indefenso’ tu cabello? —una sonrisa bailaba en sus labios mientras fruncía el ceño profundamente.

—¿Ves esto? —Tomé un par de mechones entre mis dedos de forma dramática —, ¡Esto es indefenso!

Una risa ronca y profunda brotó de su garganta, contagiándome de su alegría. De pronto, me giró sobre su cuerpo, dejando mi abdomen pegado al suyo; mi cuerpo estaba, literalmente, sobre el suyo, mis piernas bastante más cortas que las suyas y sus brazos enredados en mi cintura, sosteniéndome en mi lugar.

—¡Te amo tanto! —exclamó besando la punta de mi nariz.

—Permíteme decirte que no me amas tanto como yo te amo a ti —apunté, besando la punta de su nariz.

—¿Quieres competir, acaso? —su ceño se frunció ligeramente y yo sonreí radiante. 

—No estoy compitiendo. Estoy exponiendo un hecho —me encogí de hombros.

—¿Un hecho?, ¿¡Un hecho?!, ¡Tus hechos no tienen fundamentos válidos! —se quejó.

—¿Por qué no?

—¡Porque yo te amo más! —sin darme tiempo de replicar, unió sus labios a los míos en un beso urgente y apasionado.

Mis manos acariciaban sus mejillas cariñosamente mientras me permitía absorber todo lo que me ofrecía en un solo beso. Cuando nos separamos, me dejé caer en el colchón de la cama, sonriendo ante la felicidad que me embriagaba.

—Te he dejado ganar —le informé, sin dejar de sonreír.

Sus ojos rodaron al cielo mientras negaba con la cabeza. —¡Eres imposible! 

Una risita boba me atacó, mientras Harry se cernía sobre mí depositando besos suaves en mi mandíbula y mi cuello.

—¿Alguna vez has desayunado en la cama? —preguntó y yo negué, intentando reprimir los latidos irregulares de mi corazón. Los besos de Harry alteraban todos mis sentidos.

—Perfecto entonces, no te muevas, ¿de acuerdo? 

Antes de que yo pudiera responder, Harry salió de la cama, como impulsado por un resorte, saliendo de la habitación.

Una sonrisa débil me asaltó y me enfurruñé entre las cobijas, esperando, pacientemente, al amor de mi vida con mi desayuno. Al cabo de lo que parece una eternidad, apareció en la puerta, con una sonrisa tímida pintada en el rostro y una bandeja grande repleta de comida.

—No tienes idea de cuántas veces escuché las palabras “mandil”, “cursi”, “falta de hombría” y “correa” en el transcurso de treinta minutos —dijo, entrando a la habitación depositando la bandeja sobre la mesita de noche. 

Una sonrisa estúpida se dibujó en mis labios. —A mi me parece el gesto más dulce que alguien ha podido tener jamás.

Un beso fue depositado en mi frente mientras me disponía a beber un poco del jugo que Harry había traído en la bandeja. 

Harry tomó un poco de jugo conmigo, antes de comenzar a picar los huevos revueltos con un tenedor y ponerlo en mi boca. El sabor era delicioso, y estaban en el punto perfecto. —Está delicioso —dije, mientras tomaba un tenedor y le daba de comer a Harry en la boca.

Entre risas y charlas bobas, engullimos el desayuno. Harry era el hombre más encantador que había podido conocer en mi vida. Era dulce, cariñoso, tierno, amable… Harry Styles era el hombre de mi vida.

Ésos pocos días habían sido los más maravillosos de mi existencia en mucho tiempo. Era, incluso, mejor que cuando estábamos juntos en un inicio. La diferencia era que ambos habíamos cambiado; habíamos comenzado a valorarnos el uno al otro. Habíamos comenzado a comprender que el amor se trataba de subir y bajar. De estar a pesar de todo y de prevalecer sin importar cuán duro se volviera todo. Estaba enamorada y no iba a dejar de luchar por él. No iba a dejar de luchar por el maravilloso hombre que tenía frente a mí. 

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Es un dulce de lecheee !! Awwww !

Esta cortito por eso maraton:)

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Aunque puedas verme || 2/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora