Día Uno - Agarrados de la Mano

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El viento inviernal sacudía los cabellos semi enrulados de aquel country mayor, el aire frío golpeaba su rostro con fuerza de a ratos, pero no se comparaba en nada con las ventiscas que en las llanuras andinas imponían su dominio sobre los cielos, allá en sus tierras peruanas.

No obstante, no se encontraba en su hogar. Se abrazó a sí mismo buscando una calidez difícil de conseguir en la región extranjera que estaba visitando en esos momentos, dando pasos con calma sobre la acera, dejando escapar su aliento suavemente al aire y recriminándose mentalmente por no haberse puesto, aunque sea, una bufanda de lana de alpaca, de esas que tanto le gustaba usar para esas ocasiones en donde el clima se ponía caprichoso.

Como si sus sueños se hicieran realidad con solo pensarlo, un tejido de ese tipo rodeó su cuello de forma tan sorpresiva que se dio la vuelta con rapidez, preparándose incluso para atacar si fuera necesario, asustado hasta cierto punto. Fue cuando su mirada se enfocó de mejor forma en el país por pocos centímetros más alto frente a él.

— ¿Ecu? —murmuró mirándole y casi instantáneamente sonreír con un brillo en los ojos que hace ya un tiempo, se había hecho presente. Soltó algunas suaves risas al igual que el menor de ambos—. No hagas eso de nuevo, me diste un buen susto —No tardó en reclamar con un leve puchero, cruzándose de brazos por reflejo mientras recibía una disculpa del país tricolor con escudo. Ninguno de los dos había dejado de sonreír desde que se vieron.

Quería sorprenderte —respondió en su defensa el ecuatoriano, el cual con sus manos desnudas volvió a acercarse, acomodando con paciencia ese accesorio para proteger mejor al peruano del ambiente fresco, y tal vez de un posible resfriado—. ¿Mejor? —"Bastante" fue lo que quería contestar el bicolor, por un momento sus ojos dorados se perdieron en la mirada ajena, esos iris azules que transmitían esperanza y mucha diversidad.

Su rostro se calentó al darse cuenta de que no había respondido en esos pequeños segundos de despiste; «¿Podré ser más gil?» Fue lo que se cuestionó a la par que soltaba pequeñas risitas nerviosas, intentando apaciguar su propia vergüenza.

Sí, gracias —Asintió finalmente, cubriéndose hasta la quijada y parte de su boca con la bufanda brindada. Sus manos seguían frías y por reflejo las frotaba una con la otra constantemente, definitivamente hizo mal en ir solo con su traje formal a la reunión de la ONU, ni su característico poncho traía encima.

Sin embargo, su vista se posó sobre el nuevo contacto que sentía en sus dedos gélidos; el menor había tomado sus manos entre las suyas y le ayudaba a generar más calor a base de suaves frotes y caricias, eso solo provocó más pequeñas e inquietas risitas de su parte, evadiendo verle directamente, no podía evitar ponerse gil cuando se encontraba a solas en compañía del más joven, más cuando sentía ese tacto afectuoso y delicado que tocaba no solo su pálida tez, sino también su corazón, calentando este con un bello sentimiento que no creía capaz de volver a sentir, menos hacia el que tenía en frente, parecía una ironía del destino que ahora se encuentren de esa manera, cuando en el pasado...

Vámonos ahorita, solo hemos de faltar nosotros —El peruano espabiló y asintió al escuchar esas palabras mientras rompían el breve contacto, volviendo a retomar el camino directo a la sede donde la reunión se llevaría a cabo, el bicolor apegándose de forma disimulada a su pareja la cual llevaba un largo abrigo con diseños, claramente tejidos de forma tradicional, le gustaba como lo lucía con orgullo. No tardó en pensar que se veía bien con el.

No avanzaron mucho hasta que el ecuatoriano hizo un movimiento que tomó por sorpresa al mayor; este había tomado su mano zurda con discreción, dejándola reposar dentro de los bolsillos entibiados de aquel ropaje ciertamente cálido.

Su faz se llenó nuevamente de un calor agradable a la altura de sus pómulos, al igual que su pecho. El tricolor era detallista con él en cosas tan pequeñas como esas, pero no podía obviar que aún sentía algo de timidez a pesar de su gran amistad y joven noviazgo, que si bien aún no era oficial frente a las masas, solo era cuestión de tiempo para que su relación se diera a conocer. Ambos buscaban el momento adecuado para expresarle al mundo los proyectos que tenían juntos, sus sueños y esperanzas que claramente, relacionaban a sus respectivas naciones.

No se negó a entrelazar sus dedos con suavidad después de varios metros caminando, con ternura se daban pequeñas caricias en aquel rincón acolchado sin que nadie lo notara, a veces en el dorso, en las palamas o entre los dedos, avanzando con una sonrisa de ingenuos jóvenes enamorados, compartiendo la dulzura e inocencia de sus sentimientos con tan pequeños gestos, pero tan significativos para ellos, agradeciendo los pocos momentos que tenían para estar de alguna forma solos.Al final, el ecuatoriano siempre lograba calentarlo con su cariño, con sus delicados mimos, con sus palabras llenas de tanta verdad y gentileza a su persona.

❤ « 30 Días OTP » ❤ - ❇ EcuPer ❇ - [ #CountryHumans ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora