Terminal.12 de julio, 2011.
Hora: 9:30 a.m.No sólo a mí me pasa esto, son muchas las personas que tienen su corazón roto por separarse de sus amigos, familiares o pareja. La situación nos pone la soga al cuello. No puedo retenerla, ella está buscando un futuro mejor, y eso me hace feliz.
Una gran distancia nos separará, una pantalla nos mostrará pero impedirá nuestros roces de labios, nuestros abrazos, nuestras caricias, y más.
Duele, duele alejarte de ese amor tan bonito, de esa sonrisa cautivadora y esa personalidad tan extraordinaria.
Ya no me regalará sonrisas todos los días, ahora serán emojis... Emojis que remarcarán la distancia entre estas dos almas con ganas de juntarse y más nunca separarse.
Mi alrededor está lleno de personas llorando, abrazándose y despidiéndose de sus seres queridos, regalándoles un pedacito de su corazón.
Siento su cálida mano tomar la mía, su cabeza reposa en mi hombro, las lágrimas se deslizan por mis mejillas con libertad. Me siento roto.
-Te amo, pequeña, así será siempre.-la abrazo y nos envolvemos en una burbuja llena de amor y dolor.-Te extrañaré tanto, cerebrito-ríe.
-Yo también, zombie. Siempre serás tú.
Beso sus labios con delicadeza, amor y ternura. Es mi tesoro más valioso. Mi pequeña reliquia. Las lágrimas se unen al beso, volviéndolo salado, como nuestro sentimiento de dolor.
Despego mis labios un poco y pego mi frente a la de ella.
-Mi alma está llorando por ti. Estoy roto tanto cómo tú, pero esto es una prueba que nos puso el destino-beso su frente-, sí nuestro amor sigue encendido cuando volvamos a vernos es porque eres tú quien sostiene la otra punta de mi hilo rojo. Tú eres mi complemento. Mi estrella en la oscuridad y no es palabrería, es mi alma quien habla. Soy sincero.
-Sophia, hija, ya tenemos que abordar.-siento la presión en mi pecho, ya está cerca la despedida. Mierda.
-Voy, mamá.-responde sin despegar sus ojos de los míos. Me sonríe, los hoyuelos se hacen notar. Esa sonrisa que tanto amo.-Esto es difícil, odio las despedidas. Te amo, David y voy a amarte hasta que Dios decida llevarme. Todas las circunstancias cambian si tú estás sosteniendo mi mano, amo tu sonrisa, como arrugas la nariz al ver algo que te disgusta. Soy una loca adicta a tus besos, tus abrazos son mi refugio. No cambies, mi zombie. Siempre recordaré ese momento en donde la cerebrito y el zombie chocaron-sonrío-, si sigo hablando se irá el autobús, así qué bésame como sólo tú puedes hacerlo.
Y la besé, nuestros labios encajan a la perfección. Hechos el uno para el otro. Chupo, muerdo y lamo su labio inferior.
Nuestras lenguas danzan. Nuestras respiraciones se aceleran y nuestros corazones bombean con rapidez. Aquí pertenezco, a sus brazos.
Nos separamos en busca de aire. Limpio sus lágrimas y ella hace lo mismo con las mías. Así ha sido siempre, ambos sanándonos mutuamente.
-Es hora-susurro.
-Es hora-repite.
Sonríe triste.
-Hasta pronto, zombie. Nos reencontraremos, te lo aseguro.
-Hasta pronto, cerebrito-le doy un corto beso en los labios.
Y sin más, se aleja, el dolor despierta. Mi alma llora su nombre. Ojalá todo fuera una pesadilla. Lastima que es la realidad.
El autobús arranca llevándose a mi chica a su nuevo destino, Chile, en busca de un mejor futuro para ella. Siento mis rodillas debilitarse. Duele, estoy vacío. Lloro con libertad.
Te guardaré en el baúl de mi corazón. En mi oscuridad, tu recuerdo será mi luz y tu sonrisa será mi amuleto de la suerte.
El destino unirá nuestros corazones, deseo que así sea.
Voy a amarte siempre, Sophia...
ESTÁS LEYENDO
Amor emigrante
Romance-¿Aló, cariño?-su respiración entrecortada me alarmó-, ¿qué ocurre? -Me iré de Venezuela en tres días... Esas siete palabras lograron romper mi corazón en pequeños pedazos. Dejándome desamparado y con un vacío inmenso.