CAPÍTULO 1

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Eran las 9:30 de la mañana y Darcy no despertaba; estaba entre las cobijas, como si la fascinación de envolver un regalo se quedara atrás. Darcy tenía la habilidad de nunca despertar, pues para ella el calor de la cama era un paraíso en el cual no podía vagar como lo hacía en las calles de Londres, tan llenas de vida; algunas miserables, con angustia, dolor y pena, con un alma gris y negra; y otras regocijándose de felicidad como si esta fuera el pan de cada día, radiando luz y esperanza en un mundo tan cruel como en el que vivimos hoy en día y Darcy lo sabía demasiado bien.

Darcy Archer Baker era una detective novata la cual había sido asignada a Londres hace pocos días para trabajar ahí como nueva, aunque no le gustara la ciudad, era más interesante, a su joven edad; 28 años Darcy detestaba los lugares concurridos y siempre amo la paz del campo y el bosque, pues al estar en la ciudad su mente se ajetreaba como la calle Carnaby Street y no podía organizarse muy bien que digamos mientras que en el campo podía respirar tranquilamente sin tanta contaminación en sus pulmones. Extrañaba la cabaña en el bosque en la que iban de vacaciones su madre Freya Baker, su hermano mayor Brendan y su perro Gil un perro salchicha; los hermosos días que se pasaban ahí y lo tranquilo que era, aunque a Darcy le hubiese encantado que la cabaña hubiese estado a lado de un lago pero se tenía que hacer un recorrido muy largo para llegar a uno, así que muy pocas veces el hermoso lago fue visitado por dos almas aventureras que buscaban divertirse con cualquier cosa sin importar lo pequeña que fuera o insignificante. Pero después de un tiempo esas almas juguetonas se volvieron sosas y aburridas; aunque una de ellas aún tenía esa pisca de curiosidad por el mundo.

Había sido asignada a Londres por ser la mejor de su clase y haber ayudado en un caso de un secuestro, de una mujer llamada Gillian, la cual había desaparecido misteriosamente en un parque a las 2 de la madrugada ( era raro que estuviera a esa hora en un parque no tan concurrido y sola). Darcy se enteró del secuestro gracias a un maestro – a escondidas- y rogó para meterse en la investigación; fue un caso duro pero gracias a la investigación del cuerpo de policías y su ayuda – poca pero significativa- lograron descubrir que la mujer era una prostituta y había sido asesinada por no querer "cooperar". Darcy mantuvo la calma en ese caso o eso daba a creer, pero ver la crueldad del mundo la traumo un poco –mucho-.

Darcy dormía tranquilamente cuando un maldito sonido que emanaba de su celular la despertó, bye bye paraíso. Darcy tomo su celular y vio que era una llamada de Atwood, su supervisor.

–­ Gracias Atwood por despertarme –­ dijo Darcy antes de contestar la llamada– Perdón Atwood por contestar tarde...

Atwood Myers Bristol era una persona un poco asfixiante cuando se trataba de los nuevos... un señor de 35 años que parecía de 40 –aunque nadie le decía eso-, su forma de vestir era buena –lo único bueno de él decía Darcy- aunque es un buen supervisor a Darcy le molestaba, ¡siempre tenía que llamar en el momento menos indicado!; hace unos días había llamado a Darcy mientras estaba en una cita a ciegas, y no pudo quedarse porque tenía que ir a la estación para arreglar algo sobre sus papeles y el chico era ¡guapo!.
Aunque hace poco lo conoció –hace 5 días y sólo lo ha visto 3 veces, a Darcy le parecía un hombre molesto- en ese poco tiempo logro conocerlo y saber lo que le disgustaba y lo que no.

–­Tenemos un nuevo caso repórtate rápido en la estación, oh y tráeme un americano– dijo el Sr. Bristol por la línea telefónica.

–Si señor–­ dijo Darcy aun somnolienta–­ y ahora ¿qué sucedió?

–­ Te cuento en la oficina y ¡deberías despertarte más temprano!­–­ dijo con un tono de regaño­– Es el primer día en el que trabajas oficialmente y tu llegaras tarde, eso se ve muy mal.

­– Perdón señor es qu... –­ Darcy ya no pudo terminar la oración, pues a el "Sr. Bristol" no le gustan las excusas, había colgado.

Darcy se levantó de la cama con pereza, tomo un baño rápido y se puso un conjunto casual que constaba de una blusa holgada color celeste, una bufanda color crema, un pantalón color azul marino y un abrigo color café claro como el café con mucha leche, se secó un poco el cabello, se puso solo un poco de brillo labial; alisto sus cosas y salió de su departamento, cuando se encontró con la Sra. Chester Wembley su vecina, una anciana de 80 años la cual vivía con su perro Cooper un Spaniel Japonés.

–­Hola Darcy, ¿vas al trabajo?–­ pregunto la Sra. Chester con su perro entre los brazos.

–­Si Sra. Chester, perdón si no me puedo quedar a charlar pero voy tarde.

–­No te preocupes querida, y no me digas señora dime por mi nombre jajaja porque me siento más vieja de lo que ya estoy.

La Sra. Lena Chester Wembley era una mujer amigable y tranquila, según lo que Darcy sabía es que en su juventud era una mujer hermosa y tenía muchos pretendientes, su prometido lucho en la Segunda Guerra Mundial y perdió la vida en esta, y como la Sra. Chester lo amaba demasiado nunca se enamoró de alguien más; Darcy sabía todo esto gracias a las historias que la Sra. Chester le contaba cuando de vez en cuando Darcy aceptaba tomar el té con ella. Ya era su amiga en el poco tiempo que llevaba ahí -10 días-

–Okey Sra. Ches... digo Lena–­ dijo con una sonrisa­– Bueno debo irme, nos vemos luego–­ dijo haciendo un gesto de despedida con la mano.

–Adiós Darcy, cuídate.

Darcy se dirigió al elevador y se subió con prisa a este, ¡ya iba tarde!, a duras penas iba a poder pasar por el café de Atwood, sino había mucho tráfico, pero conociendo Londres lo iba a haber, pero,  tendría que acostumbrarse pues así serían sus mañanas por tiempo indefinido.

La invasión de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora