EPÍLOGO

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Habían pasado dos años desde que la princesa Kara se fue dejando a su prometida atrás.

Nadie en el imperio tenía idea de a donde había decidido marchar la foránea, pues un día simplemente tomó sus pocas pertenencias, ensilló su caballo y se fue sin mirar a nadie

Unos dicen que fue por culpa de la princesa Lena, pues su gélido corazón era imposible de derretir, y que la princesa extranjera se cansó de luchar, otros, sin embargo, dicen que solo se burló de la heredera imperial.

Todos temían las represalias de la heredera, pues al no tener a su prometida, tendrían que buscar a un nuevo candidato para desposarla, corrían chismes y apuestas sobre cuáles serían los nuevos desafíos, y quienes serían los pobres desgraciados que caerían ante las redes de la joven azabache

En el palacio, la princesa Lena observaba por el balcón de su habitación a la luna llena, habían pasado dos primaveras en las que su amada se había marchado dejándola con su corazón henchido de amor, ansiaba tenerla cerca y demarcar su cincelado rostro con sus manos, acariciar sus cabellos que parecían hebras de oro, y observar sus ojos azules, cuyo color le recordaba el cielo, pero aun no tenía noticias de ella, no sabía dónde podía estar, con quien, y si ya había terminado la misión que se había encomendado, ni el emperador, ni el pueblo sabían el motivo por el cual la joven foránea se había marchado, solo ella, y eso, porque se lo exigió a base de amenazas, solo rogaba a los dioses que su amor llegara sana y salva

- hija mía – su padre entra a la alcoba

- ¿Qué ocurre padre? – pregunta la joven curiosa

- es hora de elegir a alguien que se case contigo, el consejo lo ha exigido –

- pero padre, yo ya estoy comprometida – dice afligida acariciando el anillo que reposa en su dedo anular

- hija, esa extranjera te ha abandonado, además, no tiene un título, no tiene tierras, no tiene nada... – su padre trataba de ser paciente, pero Lena era demasiado necia

- ¡no me importa!, he de esperarla hasta el día de mi muerte si es necesario –

- no puedes hacer eso, debes casarte, sino, no serás emperatriz –

- ¡no quiero un título!, no quiero casarme sin amor, solo la quiero a ella – sus ojos se tornaron llorosos

- mañana vendrán candidatos para presentar sus respetos, esta vez no vas a elegirá tu consorte, será el consejo quien lo haga, hay problemas bélicos – el hombre se marchó de la habitación dejando a la joven sola, cuyas lagrimas ya corrían libres por sus pálidas mejillas

- ¿Dónde estás amor mío?, ¿acaso es cierto que me has abandonado?, todo lo que he hecho es amarte... - recordaba el día en que la conoció, y las palabras de la esclava, claro que ella tampoco evitaría amarla, pues ese era su destino, los dioses habían llevado a la extranjera hasta su imperio para romper su maldición de odio

Al día siguiente en el salón del trono, Lena se sentó junto a su padre, siendo flanqueados por los altos miembros del consejo, los candidatos esperaban ansiosos para ser elegidos

- que pase el primero – dijo el emperador haciendo una seña con su mano, un hombre joven y apuesto hizo su entrada, vestía con ropajes finos y de apariencia costosa

- mi rey – hizo una reverencia – soy el príncipe James, y vengo a poner al reino de Czarnia a sus pies, somos una potencia agraria y también tenemos numerosas minas que nos proveen metales resistentes

- muy bien príncipe James ¿Qué tiene para decirle a mi hija? – dijo el emperador evidentemente interesado

- princesa Lena – se hinca sobre su rodilla – he de decirle que juro ser su más fiel siervo, si usted acepta casarse conmigo, pondré el mundo sus pies –

Los hombres del consejo hablan entre ellos, al parecer el hombre era un muy buen partido, y el entablar una relación comercial sería muy viable

- muchas gracias por venir príncipe James, pronto tendremos respuesta – habló uno de los consejeros

- el hombre se retiró dejando a los nobles en la sala

- ¿Qué te ha parecido él? – pregunta el emperador

- no me agrada, demasiado pedante – Lena mostraba un rictus de disgusto, el emperador suspiro disgustado

- está bien, veamos a los demás candidatos –

Y así fueron pasando hombres y mujeres, esperando, aunque sea una mirada apreciable por parte de la princesa, pero esta no tenía ningún gesto, ni una palabra, los hombres estaban frustrados y muy disgustados

- ya han pasado todos, Lena, te doy la oportunidad de elegir – su padre estaba a punto de perder la paciencia

- no quiero a nadie ¡no voy a casarme!, no sin ella –

- ella no va a regresar, ¡y no es digna! – su padre quería hacerla entrar en razón

- te juro padre, prefiero morir antes que casarme con alguien a quien no amo –

En ese momento la puerta se abre, entra una persona ataviada en una armadura plateada con bordes azules, una capa del mismo color, y un yelmo que impedía mostrar su rostro, al acercarse a los pies del trono se arrodilló como reverencia

- emperador, vengo a solicitar la mano de la princesa Lena en matrimonio – dijo la voz distorsionada

- ¿y tú quién eres? – pregunta Lena de manera agresiva

- el único ser humano digno de ti, tu sabes la respuesta mi bella dama –

- ¿amor? – sí, el título que le había dado aquel amanecer, se levantó de su lugar y corrió hasta donde estaba su persona esperada para lanzársele encima - ¡has regresado! – repetía entre lagrimas

- mi bella Lena, te jure que así lo haría –

- ¡no tienes derecho a estar aquí!, ¡no eres nadie! – dijo uno de los consejeros

- se equivoca, mi nombre es Kara Zor El, ¡y soy la Hegemon del imperio unificado de Argo! – Kara se levanta con Lena entre sus brazos – así que... si mi princesa me acepta, quisiera seguir siendo su prometida

Lena quita el yelmo para poder ver el rostro de su amada, unos preciosos ojos azules, brillantes con lágrimas le devuelven la mirada, tira el artilugio al suelo para pasar sus brazos tras sus hombros, Kara se inclina levemente para cerrar toda brecha hacia el cuerpo de su dama, besándola con todo el amor que tenía guardado

- bien, las cosas se han resuelto, Hegemon, le doy mi bendición para casarse con mi hija – dice el emperador, Kara sonríe en medio del beso y Lena se separa para agradecer a su padre, ambas jóvenes se dirigieron al jardín para hablar a gusto

- he regresado mi amada – dice Kara mirándola con adoración

- unos días mas y estaría comprometida con otra persona – dice Lena malhumorada, pero secretamente feliz

- lo siento mi vida, debía afianzar un último trato con un condado costero, todo salió muy bien –

- ¿Cómo hiciste para recuperar tu título? –

- oh, fue simple, con un duelo –

- ¿y una hegemonía? –

- los nobles de las provincias, al saber que la hija de Zor El regresó, pues decidieron adherirse al reinado, así que... desarrollamos una hegemonía política y yo soy su líder- finaliza con una sonrisa

- estoy orgullosa de ti, mi noble extranjera - 



AVISOS PARROQUIALES


lamento el final tan cul*ero, pero entre tantas interrupciones por enfermeras, médicos, visitas... pues estoy es enfadada, no he podido actualizar mi fic por eso mismo, pero bueno... espero que les guste este epilogo aunque sea un poquito, se les quiere, y comenten aunque sea para ofender lo horrible que me ha quedado

ciaooooo

QUE NADIE DUERMA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora