- Promételo, por favor.
- Lo prometo, estaré siempre a tu lado mi niña.
Petunia oculta un secreto, quiere decirlo, pero sabe que no es el momento sin embargo, ahora hay algo que le obliga a buscar una manera de contarlo, el cáncer.
Después de todo ese embrollo con las enfermedades, llego al fin la tan deseada navidad. Cuando vivía con mi madre, nunca pasábamos la navidad juntas, ella la festejaba con mis hermanas y yo en la casa de mis abuelos. Al ser ya mayores casi no los visitaban, así que yo soy la afortunada que los visita siempre. Y esta navidad iba a ser la primera vez que los visite después de la noticia de mi cáncer. Decir que no estaba nerviosa por verlos sería una mentira. - ¿Estás lista? –Como no tengo las fuerzas para soportar el viaje sola, me iba a acompañar Pancrasia. Sus padres aceptaron con la condición de que fuera toda suya en año nuevo, un sacrificio valido según ella. Era un viaje corto hacia la ciudad vecina. Todo el viaje nos la pasamos escuchando música en la radio. Cuando llegamos nos estaban esperando mis abuelos en la puerta, la sonrisa que tenían en sus rostros parecía no temblar. Hasta que baje del auto y lo hizo, las lágrimas comenzaron. Era notable, hace unos días había decidido raparme el poco cabello que me quedaba, tenía 30 kilos menos y estaba muy pálida. Mi abuela me tomo del rostro, parecía incluso que me hice pequeña, antes la rebasaba por unos centímetros, ahora era ella quien lo hacía. Le expliqué lo que había pasado todos estos meses, entre lágrimas, cada cosa, el cáncer, la lista, mi madre, todo, se lo conté. - Entra mi niña, regresa a tu hogar. –Cuando pronuncio esas palabras me derrumbe, si Pancrasia no hubiera estado atrás de mí, para darme sustento hubiera caído. Esas palabras siempre las decía de pequeña, ya que la de la abuela siempre fue eso, mi hogar y justo en este momento, que me diga eso me quiebra aún más. Al entrar nos encontramos con la alegría que la gata de mi abuela había tenido crías y, que estaban buscando un hogar para ellos. Pancrasia miro a uno de ellos, un gato calicó, y dijo que no estaría mal adoptar a uno, le prometió a mi abuela regresar por él, cuándo el gato tenga la edad suficiente. Luego de eso mi abuela nos invitó un chocolate caliente para el frio, Pancrasia y yo aceptamos en seguida. En el resto del día yo ayude a mi abuela a preparar la cena navideña, mientras que Pancrasia ayudaba a mi abuelo a terminar de decorar la casa. En medio de las preparaciones le pedí a mi abuela si podíamos hablar en privado. Ella acepto y nos dirigimos a su habitación. - Abuela, hace tiempo quería decirte algo. - Dime mi pequeña. –Mientras me ayudaba a sentarme, que cosas, lo común seria que yo le ayudara, que lamentable soy. - Esto es algo que he guardado por muchos años. Es una de las razones por las cuales, yo me he distanciado un poco en estos años, siento que lo que te voy a decir cambiara la forma en que me miras. - Claro que no, yo siempre te veré igual, como la nieta por la cual iba a la escuela todos los días, sin falta, anda pequeña, dilo, suelta el peso de tus hombros. –Tome una gran respiración antes de seguir hablando–. Abuela soy homosexual. –Ella comenzó a soltar varias lagrimas antes de hablar. - Lo sé. –Dos palabras, que jamás me esperaba. Me esperaba insultos, lamentos o regaños, todo lo que había escuchado por parte de mi madre cuando se lo conté. Luego me di cuenta de que la persona enfrente mío, no era mi madre, era la persona que me crio, que me dio todo el amor que podía ofrecerme. Comencé a llorar de nuevo. - Perdón. –Exprese entre lágrimas. - No pidas perdón pequeña, todo está bien. ¿Acaso no crees que me iba a dar cuenta de, con que ojos miras a Vic? Cualquiera lo notaria. –Y llore aún más, las dos lo hicimos. Después de eso y de que le contara con más detalle lo sucedido entorno a Pancrasia y yo, bajamos para ver como Pancrasia y mi abuelo nos esperaban en el piso de abajo. Esa noche termino con todos comiendo lo que habíamos hecho abuela y yo, mientras contábamos anécdotas y abríamos los regalos por parte de mis abuelos, a mí y a mis amigos, tampoco podía faltar el regalo para Max, parece que es el más consentido de todos. En la mañana siguiente las dos partimos de regreso, con la promesa de regresar pronto, y claro que la cumpliría. Justo en ese momento tenía la lista de deseos en mi mano, tacho ahora el número cuatro. Ahora con un sentimiento nuevo instalado en mi corazón, tachar al fin, el número ocho. - Pancrasia ¿Podemos parar en un lugar? - Claro pequeña, aunque cerca por aquí solo hay campo. –Yo solo le di indicaciones para que las llevara a cabo. Después de aproximadamente veinte minutos llegamos a un campo. Le indique que estacionara justo aquí, al bajar simplemente camine por el campo, este estaba lleno de girasoles que aún con el invierno siguen resplandecientes mirando al este. Sabía que Pancrasia me seguía de cerca así que me voltee hacia ella. - ¿Sabes el significado de los girasoles? –Vi como ella negó así que proseguí a hablar–. Simboliza el amor y la admiración. Pero también la felicidad, la vitalidad, el positivismo y la energía. En la cultura china simboliza una larga vida y buena suerte. –Fije mi mirada hacia ella, una mirada cargada con amor y admiración–. Tu eres mi girasol. - Que tierna mi niña. –Se acerca a mí y me agarro lo poco que quedaban de mis cachetes. Sabía que era justo el momento. Era el momento de tachar al fin el octavo deseo. - Pancrasia yo… –El sonido de llamada por parte del celular de Pancrasia se hizo presente. Ella pidió disculpas antes de contestar. Todo lo que duro la llamada respondió con monosílabos. Después de terminar la llamada se volteó hacia a mí y con una felicidad palpable hablo. - Petunia los chicos te tienen una gran sorpresa. –Apenas iba a preguntar cuál era, cuando ella me tomo delicadamente del brazo para arrastrarme de forma suave al auto–. Pero hay que llegar rápido si no quieres perdértela. –No me puse triste, ni nada, ya que sabía que iba a haber otra oportunidad, todavía podía decirlo.
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¡Hola! Quería dar el aviso de que a esta historia ya no le queda mucho, este capítulo es el antepenúltimo.
Agradezco el apoyo que le están dando a la historia, en verdad gracias.