5 años después...
Narra Nino.
Caminaba de un lado a otro buscando las llaves del automóvil, hoy era el día, iba a dirigirme al cementerio, aquel lugar era un recuerdo constante de lo que había pasado 5 años atrás, no había día que no me sintiera mal por lo que había pasado, lo que yo había provocado, si tan sólo me hubiera quedado con ella.
Cuando al fin encontré mis llaves me dirigí sin prisas hacía aquel lúgubre lugar, era temprano, aún tenía tiempo, los recuerdos de ese día llegaron como flashes igual que siempre, orille el auto, cerré los ojos con fuerza y movi ligeramente la cabeza tratando de hacerlos desaparecer pero mi esfuerzo era en vano, había ido con especialistas constantemente y todos me decían lo mismo, “tienes que perdonarte a ti mismo y soltar el dolor”, era fácil de decir ¿Pero como perdonarme algo así? Yo no merecía el perdón.
Al final llegué antes de lo planeado, estacione el auto y me tomé unos minutos para salir de él, caminé despacio observando las lápidas y pensé en lo frágil que es la vida, en un momento puedes estar feliz con tus seres queridos y al siguiente causarles una gran tristeza.
—Lamento haber tardado tanto.—Susurré sin obtener respuesta.
Mi corazón latía lentamente, el viento movía las hojas de los árboles y tocaba mi rostro, cerré los ojos y respiré profundo.
5 años antes, el fatídico día...
Narra Nino.
Iba de vuelta a casa, Chloe estaba molesta y en esos casos era mejor que se calmara, entendía por completo porque se había puesto así y por eso iba a dejarla sola un momento para que se le bajara el enojo, aunque nunca me hubiera imaginado que esa sería la peor decisión de mi vida.
—¡Nino! Espera un momento.—Me llamo Alya.
Me detuve en seco y volteé mi cabeza hacía dónde se encontraba.
—¿Te puedo ayudar en algo?—Pregunté con normalidad.
—Oye ¿Porque me hablas así? ¿A caso tu nueva novia te contagió el mal humor?—Dijo riéndose.
—No te atrevas a hablar así de Chloe.—Esta vez mi tono de voz sonaba alterado.
—Tranquilo, sólo bromeaba.
—Pues no estoy de humor para bromas.—Le di la espalda y seguí mi camino, sólo faltaban dos casas para llegar a la mía y podría cerrarle la puerta en la cara.
—¡Nino espera!—Gritó siguiendome.
La ignoré y seguí caminando, me detuve frente a mí casa para abrir la puerta, tuve que usar mis llaves porque mis padres estaban en uno de sus viajes de negocios, pero ella me detuvo del brazo antes de que pudiera entrar.