La rubia se las había arreglado para dejarle las notas en lugares estratégicos donde el pudiera encontrarlas, las metía entre sus cuadernos cuando todos salían, llegaba temprano para ponerlas sobre su mesa sin que nadie se diera cuenta e incluso le había pagado una suma de dinero ridículamente grande a algunos chicos para que se las dieran, obviamente sin decirle quien se la había enviado.
Las cosas parecían marchar bien, hasta ese día en que lo escuchó hablar con Adrien su antiguo y ridículo amor, a veces ella misma se preguntaba cono se había enamorado de ese rubio oxigenado, pero eso no importaba ahora.
La brisa golpeaba su rostro, era un día particularmente frío, las pocas personas que caminaban por las calles de París se abrazaban para así mantenerse cálidos, la rubia subía lentamente las escaleras para entrar al reconocido instituto Françoise Dupont, tenía la frente en alto como era su costumbre y miraba a todos de manera despectiva manteniendo así su faceta de niña rica presumida.
Pero entonces escuchó su voz.
—¿Quién crees que sea la chica que me envía las notas? ¿A quién conocemos que su nombre comience con C?—Cuestionó el moreno hablando con su amigo
—¿Umm que opinas de Chloe?—Respondió el rubio con otra pregunta.
—¿Chloe?
Sus pies trastabillaron en el último escalón al escuchar al moreno decir su nombre y cerró los ojos esperando el impacto, pero no llego.
—¿Estás bien?
Allí estaba esa hermosa voz de nuevo, abrió sus ojos sólo para toparse con los ojos del castaño, pero no eran los mismos ojos llenos de vida que la habían enamorado, estos al contrario parecían no tener alma.
—¿Estás bien Chloe?—Preguntó de nuevo el moreno al ver que la chica no reaccionaba.
—Por supuesto que estoy bien.—Dijo la chica alzándose y volviendo a su postura engreída de siempre.—N-no necesitaba tu ayuda— ¿A caso había tartamudeado? La chica rubia se sorprendió de su reacción y se retiro alejándose rápidamente para que no notarán su sonrojo.
—No creo que sea Chloe viejo.—Habló el moreno a su amigo cuando la rubia ya se encontraba a una distancia considerable.
Las clases habían terminado y la chica que se autoproclamaba como la hija del alcalde de París aún sentía los nervios de haber tenido al moreno de frente, el sonrojo hizo acto de aparición en sus mejillas instantáneamente al recordar la escena una vez más y las dichosas mariposas no se hicieron esperar las cuales ya revoloteaban libremente por todo el estómago de la rubia, la chica caminaba lentamente hacia la salida, su inseparable amiga Sabrina se había ausentado y a estas alturas ya comenzaba a extrañarla un poco.
—¿Entonces Celine puedes decirme la razón de las notas?
Allí estaba su hermosa voz de nuevo.
—Ya te lo he dicho no tengo idea de que notas hablas Nino, yo ni siquiera estoy en tu clase y hemos hablado una o dos veces así que me confundes con otra chica amigo.
—Miralas aquí las traigo seguramente las escribiste tu.—El chico comenzaba a exasperarse y en ese momento saco las notas que guardaba en los bolsillos de su pantalón estaban algo arrugadas pero las había conservado todas.—¡Tu nombre comienza con la letra C!
—Si, igual que el de muchas chicas del colegio, lo siento Nino no puedo ayudarte.
Y sin más la chica se retiró.
¿Quién será? Se repetía una y otra vez el moreno en sus pensamientos, forzando sus neuronas al máximo para poder solucionar su dilema, como iba a imaginarse qué la chica rubia qué pasaba justo a su lado en ese momento era la autora de dichas notas.
La rubia no dijo absolutamente nada, pero por dentro quería gritarle el porque se atrevía a compararla con Celine, la chica que para ella era la menos atractiva del colegio.
Pero tenía que guardar la compostura el chico se veía más animado pero no del todo y ella quería que fuese completamente feliz, así como ella lo era cuando pensaba en el.
Bien últimamente no tengo mucha imaginación y esto es lo mejor que pude hacer y quiero decirles que cada 5 notas habrá un capítulo narrado bien los amo.
_Vlinder.