capitulo 4_Parkour

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Comenzamos a calentar para hacer Parkour.
—¿Donde comenzamos?—preguntó Pauleth.
—tu solo síguenos el ritmo—le respondo de forma casual.
—vamos chicas—dice Anastacia emocionada.
Siempre le ha gustado hacer Parkour, dice que hay que vivir al limite.
Comenzamos a correr y a desplazarnos por algunas calles hasta que llegamos a mi santuario.
Un antiguo barco que esta en la parte mas apartada del Malecón, nadie se acerca por hay porque hay unas grandes rejas que lo impiden. Pero en el Parkour no hay barreras, siempre hay espacios vacíos, y yo siempre los veo.
Pasamos las mallas con habilidad y destreza.
—bienvenida a mi santuario, este lugar lo encontramos hace poco—digo.
—si, por aquí siempre esta vacío, a si que, qué mejor lugar que este, además nadie podrá molestarnos porque por aqui casi nadie se acerca—dice Anastacia. 
Recorremos todo el barco corriendo brincando esquivando haciendo mortales, poniendo nuestro cuerpo al limite.
Es mi deporte favorito, despues del boxeo, el Parkour es lo mejor, sentir que tus músculos se contraen cada vez que vas a ser un salto y a la vez la adrenalina que corre por tu cuerpo, pero uno se siente libre, como si pudiera volar. Y como no puede faltar algunas veces Pauleth se tropezaba.

Después de saltar un rato por algunas calles, Pauleth nos dice que se tiene que ir a una cita a la peluquería que quiere cambiarce el color de cabello, nosotras decidimos acompañarla ya que no tenemos nada que hacer.

Vamos a mi casa a bañarnos y cambiarnos yo le presto ropa a Pauleth ya que su maleta esta en el hotel y pues Anastacia va a su casa que queda al lado de la mia.
Cuando estamos listas nos vamos todas en el auto de Pauleth que es un Ferrari rojo, hermoso.

Al llegar a la peluquería Anastacia decide pintarse el cabello de colores, en la parte de arriba de azul, después verde y las puntas amarillas.

Pauleth se lo pinta de furcia con rallos negros.

Yo me pinto las puntas de rojo y me aliso el cabello y me queda arriba de las nalgas.

Creo que lo he dejado crecer estos ultimos años.
Decidimos irnos al centro comercial, fuimos de compras y compramos mucha ropa.  Cuando estábamos en una tienda se ve a una señora con sus hijas comprando ropa, se veía que eran muy unidas. Me hizo recordar los viejos tiempos con mi mama...

Cuando salíamos en familia mis padres y yo. O cuando ella me acompañaba a pero como todo lo bello termina ella comenzó a trabajar en la empresa de los abuelos, igual que papá y cuando unieron las empresas, ya casi nunca estan en casa, se la pasan viajando desde que yo tenia 10 años.

Me acuerdo bien claro, porque tengo muy buena memoria.

—¿Pauleth y porque no te quedas mejor en mi casa?—le digo cuando estamos tomando unos refrescos.
—¿tus padres no se enojaran?—me responde ella, algo tímida.

Ella es como la luna, a las personas normales les muestra su lado lindo, pero pocos conocen su lado oscuro. Y nosotras conocemos los dos lados.

—No te preocupes por eso, a ellos no les importara, además estan de viaje—le digo neutra.
—como siempre—susurra Anastacia con algo de rencor en su voz.

Sus padres son igual que los mios, nunca están en casa, solo les importa el trabajo.
Ella y yo nos criamos juntas, solo con nuestra nana.
Que es la ama de llaves en la casa de Anastacia, siempre que mis padres se iban de viaje me dejaban en la casa ella con su nana y con el tiempo tambien se volvió mi nana.

—esta bien, pero solo si Anastacia tambien se viene con nosotras—me dice alegre. La miro esperando su respuesta, con ella nunca se sabe, es impredecible.
—eso ni se pregunta chica, claro que me iré con ustedes y ademas hacemos noche de chicas—dice Anastacia super alegre.

«me  hubiera  gustado  que
mis   mejores  aventuras 
las hubiera vivido contigo,
pero luego me hago la idea
que    mejor   no,   por  que
después dependería de ti»

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