nana triste ; bakumono

me quedaría contigo una noche más

si no hubiera roto el hilo.

●

el cielo estaba estrellado. katsuki lo miraba de reojo y neito fingía no darse cuenta.

como si las estrellas tuvieran la respuesta. qué cursi.

no sabía cómo había llegado a esa situación pero no era como si le importara, porque no lo hacía. tenía una cerveza en la mano izquierda y ni siquiera le gustaba la cerveza, así que cuál era el punto.

—¿y nos damos por vencidos?

y qué ironía.

tanto que le hubiera gustado poder sonreírle.

pero en cambio se terminó la lata y balanceó las piernas al borde del techo, al borde del abismo al que estaba seguro caería.

—siempre fui más vulnerable.

katsuki tomó coraje y le clavó los ojos rojos en la mirada.

—¿a qué?

su genuina curiosidad le dio escalofríos, porque él no se mostraba interesado en nadie pero por una vez hizo una excepción y no se lo merecía.

la canción en la radio vieja de sus abuelos estaba terminando.

—a ti. a nosotros.

la brisa les despeinó a ambos el cabello rubio.

neito lucía como una tormenta. el brillo en su mirar era sobrenatural. plateado, junto a la luz de la luna. y katsuki se sintió temblar por primera vez en su vida.

—no tienes la culpa de nada.

—lo sé —era mentira.

se culpaba por todo, justamente porque todo era su culpa. y le hubiera encantado que katsuki siguiera pronunciando las mismas palabras una y otra vez hasta que lograra convencerlo, pero no.

él le hizo una seña para que se acercara y neito se deslizó hasta poder apoyarle la cabeza en el hombro. le buscó la mano sin mirar para entrelazar dedos y acarició con el pulgar la runa impregnada en su piel.

—¿nos damos por vencidos?

no,

pero no lo dijo.

lo besó.

con sabor a miel y a lágrimas saladas que le rompieron el alma en mil pedazos, pero ya qué importaba cuando le sujetó el rostro. y qué importaba cuando se acostaron sobre el techo para seguir comiéndose a bocados.

—quién podría darse por vencido contigo.