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-Narra Sofía-

Era un lunes sombrío. Llovía a cántaros, pero esa no era la razón por la cuál todo era tan gris. No, esa no era.

Mi hermano. Él me había salvado la vida, llevándose la suya cuando lo hizo. Siempre le iba a estar agradecida por eso.

Isaac, te extraño demasiado, idiota.

Ese accidente me había arrebatado a mi hermano. Y jamás me iba a perdonar el seguir en este mundo mientras el dejó su vida por mí.

Las lágrimas caían por la mejillas de todos, excepto las mías. No podía llorar. Él me lo había pedido.

-Eh, oye ¿Estás bien?

Un chico me habló y levanté la mirada. Era Iván, el mejor amigo de Isaac.

-Eh... sí, lo estoy.

-Lo extraño...-no sé por qué, pero me sorprendía que dijera eso.

-Sí, yo también.

-Lamento lo del accidente.

Lo miré. Se leía dolor en sus ojos verdes. La intensidad de su mirada en mí me paralizó. No debía pensar eso en ese momento, pero él era atractivo: sus grandes ojos, sus labios carnosos, su cabello negro y su gran cuerpo se unían para crearlo a él.

-Sí...

-Oye, ¿segura que estás bien?

-Sí, tranquilo, no te preocupes.

-¿Cómo te irás a tu casa? Tus padres no han venido.

-No, no han podido venir. Están ocupados como siempre... Creo que me iré en un taxi.

-Yo te llevo.

-Oh, no es necesario...

-Sí, lo es. Eres la hermana de mi mejor amigo, después de todo ¿no?

-Está bien...

Terminó el funeral y nos fuimos a su auto.

-¿Quieres comer?

-Eh... no, gracias.

-Ok...

El viaje fue silencioso. Pude admirar el paisaje y sumirme en mis pensamientos mientras íbamos de camino a mi casa.

Iván me tocó el hombro y me dijo que ya habíamos llegado.

-Mu-Muchas gracias, Iván.

-Con gusto...

-Sofía.

-Con gusto, Sofi. Nos vemos.

-Adiós.

Y así, empezó nuestra historia.







Contigo Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora