Capítulo I - Menudo idiota

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Tiempo, ilusiones y celos. Todo lo que es necesario para un cambio drástico en la vida de uno es ponerse estos tres contrincantes a su favor. Ellos resultan los responsables de llevar el dueño de indecorosos pensamientos a grandes errores, quizás los peores de su vida.
Y así lo estaba, alrededor de botellas vacías de tequila y su ropa agarrada a su cara... Aún conservaba el rico olor de su piel blanca. La estaba esperando, quizás no regresaría pero tenía la esperanza que por más que fuera él el culpable, ella vuelveria un día. La casa estaba hecha un desastre, solo que aún si conservaba sus cosas. Ya había pasado casi dos meses desde que la vió, su vida había cambiado, trataba de llamarla pero en vano, ella nunca contestaba sus llamadas ni sus mensajes, había se alejado de él. El tiempo lo hizo ver que todo fue su culpa, que por más que estuviera con Mayte su mente desgarrada veía a rocío, necesitaba ayuda por eso había seguido el consejo de Jose Manuel, tendría secciones con un psicólogo, necesitaba sanarse de las viejas heridas que en el viejo continente la había hecho. El dolor, de nueva cuenta lo estaba sofocando, pero de esta vez no era por las infidelidades de rocío o sus arranques de rabia, era Mayte qué nunca lo traicionó, ni mucho menos lo engañó, necesitaba hablarle, necesitaba decirle que todo lo que hizo fue lo resultado de rabia y celos que hicieron que su mente nublarse por completo. De un sentimiento irracional que le hizo ver cosas donde no las hay. Necesitabas pedir perdón por todo el daño que había hecho, la verdad es que no la merecía, no. - Que tarde lo notaste ¿verdad? Menudo idiota fuiste tú esos meses, la tenía en sus brazos y ahora lo pierdes, eres un... pinche celoso Manuel Moran-
Mirando el reflejo de na luna en la ventana recordó su amada solo con su camisa en el balcón de su habitación en una de esas noches de amor. -Mayte qué te hize... Perdoname... - En eso una estrella fugaz en el cielo pasa y él le pide un deseo. - Que sea feliz, perdoname por todo el engano que te hecho y que algún día pueda darme la oportunidad de amarme tanto cuanto yo te amo ahora... Es verdad el dicho uno solo sabe lo que tiene cuando lo pierde- con eso él toma de un solo trago lo poco que tenía la botella de tequila.- No, no, no. Yo no puedo quedarme así, tengo que hacer algo, ella no irá amarme como si nada. Tengo que recuperarla. Voy por ella, a donde esté iré por ti.-
Tratando de salir del suelo que estaba, junto con las botellas del tequila, Manuel fue por las llaves del coche, tenía en mente llegar a la casa de Mayte. Iba por ella ni que fuera el último que haría en la vida.
La carretera estaba lenta, CDMX tenía el tráfico hasta en el cielo. Las ancias de llegar en la casa de Mayte puden resultar en un trágico desastre.
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Descansando en los brazos de su amigo Isaac, Mayte empezaba a despertarse, las caricias llenas de ternura la removía en el gran sofá de la casa. -Hola, Isaac- Decía una apenada Mayte, rozando sus labios en el pecho de él- Hola mi May... Te quiero corazón- Ella le iba a decir pero una llamada en el teléfono de ella la sacó de sus pensamientos- ¡¿Bueno?!
-¿Eres Mayte?- decía una voz de mujer en el otro lado del teléfono.- Si, soy yo, ¿Qué pasa?- Decía intrigada Mayte- Me llamo Carmen, soy la enfermera del Hospital San José, el señor Manuel Moran sufrió un accidente en la carretera y el número de teléfono de usted fue lo último que él llamó- La noticia paralizó por completo a Mayte. El cambio de expresión hizo qué Isaac notará su tención- ¿Quién es en teléfono, cariño? ¿Pasó algo grave?- Ella miraba él y empezaba a llorar- Si, Manuel sufrió un accidente en la carretera. ¿Carmen cómo está Manuel? ¿Está bien? Necesito verlo voy para ya- Sin que la enfermera pudiera decir algo más, Mayte colgó el teléfono y fue por sus cosas.- Isaac, tengo que irme al hospital- No te preocupes May te llevo, no puedes conducir así- Bueno está bien, pero vamos ya.- Con esa frase fueron directo por sus ropas y iban hacia el hospital. De pronto, a Mayte le inundó un sentimiento de frustración y tristeza, se sentía culpable por todo que pasó.

Muchas veces somos unos menudos idiotas, impresentables, que por un capricho ponemos todo a perder, hasta nuestras vidas.

Amor, Dolor y Chocolate - Parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora