No Cuelgues

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Junio. Pisito en Malasaña.

NATALIA

Acababa de ducharme y ya estaba muerta de calor otra vez. Fui al salón para preguntarle a Alba qué quería para desayunar pero no había nadie. Al segundo percibí una conversación desde el dormitorio.

-Pues claro, no seas tonta. Tú hazle caso a mamá, que la Rafi sabe...

La carcajada ronca de Alba arqueó la comisura de mis labios. Llevaba puesta una de mis camisetas extragrandes y estaba tumbada bocabajo, echándose la melena hacia un lado. Me quedé en el marco de la puerta admirando las vistas. Los dedos de Alba jugueteaban con su pelo alborotado, dejándolo caer como una cascada al llevar las puntas hasta el ángulo más alto que la longitud le permitía. Sus piernas se balanceaban por encima de ella y los talones casi conseguían tocarle la espalda. Con cada vaivén el filo de la camiseta se mecía peligrosamente, ya que la curva de sus cachetes desnudos quedaba al límite.

-Buf... - Me mordí el labio y me acerqué lentamente a la cama.

-Pero que no creo que piense eso Marina, que no quiere hacer-¡Pero vamos a ver me quieres dejar hablar! Jajajaja estúpida. Me tenéis contenta vamos...

Pude ver sus dientes relucientes de refilón, lo que me obligó a sentarme con cuidado a su lado y recorrer su espalda con una caricia. Alba reaccionó al instante con un pequeño sobresalto, pero al reconocerme me lanzó un beso silencioso poniendo morritos y volteó la cabeza de nuevo continuando con la conversación.

El tacto suave de la camiseta me hacía cosquillas en la yema de los dedos, por lo que estuve así un buen rato.

-Espera un momento Marina. - Alba se apartó el móvil de la oreja y forzó la postura para encontrarse conmigo. - Dice mi hermana que si Elena y Santi van a ir al próximo concierto de la gira.

-Pues no sé... Están los dos hasta arriba con los exámenes y no me han comentado nada. - Respondí llevando las caricias a su costado y repasando sus costillas. Alba hizo un pucherito y con el dedo representó la caída de una lágrima imaginaria que me sacó una risita.

-Dice que no sabe, que todavía no ha hablado con ellos. Sí, yo le digo que los avise. ¡Qué no vas a ir sola Marin! Dame un par de días y pregunto. Qué pesada eres, de verdad...

Las discusiones entre las hermanas Reche me hacían mucha gracia, pero en realidad estaba demasiado entretenida calculando el momento exacto en el que la camiseta dejaba ver el trasero de la rubia. Gesticulaba mucho y al estirar los brazos la camiseta se le iba subiendo más y más. No pude controlarme por más tiempo y escurrí ambas manos por debajo de la tela, colocándolas sobre su turgente trasero.

-Uhum... Sí, sí... Claro, no puede...

Alba se giró rápidamente, hundió su labio inferior bajo los incisivos, manteniendo como podía la conversación, y arqueó las cejas hacia abajo. Cada vez que me miraba así sentía un latigazo en el estómago. Comencé a masajearle los cachetes con más ganas, haciendo mayor presión con los dedos.

"Yo te mato"
Conseguí leerle los labios y seguir sus gestos. Se había señalado el pecho con el índice, después había repasado su cuello con una línea imaginaria en horizontal y por último me señaló a mí. Me reí por estar provocándola en plena llamada telefónica y ella se recolocó sobre la cama, sentándose sobre sus piernas. Aproveché la posición para ponerme justo detrás, abrazándome a su espalda y dejando mis piernas flexionadas a ambos lados. Comencé a besarle el cuello y a acariciarle la barriga. Alba iba perdiendo poco a poco el hilo de la conversación, soltando algún que otro bufido, y encogía el cuello cada vez que le rozaba mi pelo húmedo. Tenía muchísimas cosquillas por esa zona, pero también sabía que era una de sus zonas erógenas.
Poco después los bufidos se transformaron en quejidos, los cuales consiguió disimular estupendamente mientras escuchaba a su hermana. Había pasado de los besos a los mordisquitos, y de las caricias en su estómago a sobarle las tetas por encima de la tela.

Summertime (One-Shots ALBALIA) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora